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domingo, 18 de marzo de 2007

Pedro el Grande contra las barbas.

El Zar Pedro el Grande de Rusia fue uno de los más notables personajes de todos los tiempos, por su fiereza en gobernar y cambiarle el rostro a un país entero. Al asumir el poder en 1689 (aunque lo obtuvo de manera plena al morir su madre en 1694), llevó a cabo una serie de campañas para occidentalizar a Rusia. En la época, el Imperio Ruso era una potencia tan atrasada, asiática y medieval, que en Europa se decía "rasca a un ruso, y encontrarás a un tártaro debajo".
Después de una "gira de estudios" de un año por Europa, entre los años 1696 y 1697, Pedro se decidió a imponer todo un programa de reformas en Rusia. Estaba convencido de que las potencias occidentales podrían fácilmente aplastar a Rusia, si ella misma no se occidentalizaba (algo que había pasado a comienzos del siglo XVII, cuando los polacos llegaron literalmente a ocupar Moscú). Encontró numerosa resistencia en su empeño, pero aplastó cualquier disidencia con brutalidad. Para profundizar la occidentalización, mandó construir toda una nueva ciudad a orillas del Río Neva, la actual San Petersburgo.
A la par de innovaciones técnicas y científicas, Pedro encontró una manera muy interesante de librar la guerra contra los boyardos, la clase aristocrática rusa, que se oponían a las reformas que podrían minar su poder, y que calificaban a Pedro incluso como "Anticristo". Pedro decidió corregirles la vestimenta. Prohibió así los caftanes, las chaquetas largas tradicionales de los boyardos, además de repartir manuales en los cuales se les enseñó modales tales como no rascarse los dientes con los cuchillos, o meterse los dedos en la nariz. Sin embargo, el símbolo de la guerra de Pedro contra la tradición rusa fue la prohibición de las tradicionales barbazas. Todas las barbas debieron ser afeitadas por orden del Zar. Como hubo conatos de sublevación por imponer esta medida, Pedro decidió que permitiría las barbas, después de todo, pero no dejó de cobrar un impuesto por ellas.

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