Los elefantes han sido desde antiguo adiestrados para servir al ser humano. Ya un par de milenios antes de Cristo, los elefantes eran utilizados para diversas faenas. La inteligencia de estos paquidermos los hacía ideales para realizar labores de ingeniería que hoy por hoy serían efectuados por una grúa, probablemente. Esto incluye, por supuesto, la remoción de árboles y similares.
Pero el uso histórico más espectacular que ha tenido el elefante es probablemente como arma de guerra. Los reinos de la India, primero, y las potencias mediterráneas después (el Imperio Persa, Cartago, Macedonia, etcétera) reunieron vastos ejércitos de elefantes, que eran utilizados literalmente para arrollar a la infantería enemiga. Además, su piel dura y correosa los hace casi invulnerables a las lanzas, por lo que pararlos, a diferencia de frenar un ataque de caballería, puede ser empresa virtualmente imposible.
Empero, hubo también razones por las cuales no se extendió su uso. Las principales fueron climáticas, por supuesto, ya que como criaturas cálidas, soportaban mal los climas fríos. Cuando Aníbal intentó cruzar los Alpes con un ejército de elefantes en 218 a.C., casi todos murieron en el paso, por ejemplo. En eso, el caballo tenía una gran ventaja.
Por otra parte, el elefante era un animal asustadizo, por lo que si conseguían herirlo o matarle al conductor, podía lanzarse trompeteando en estampida, sin reconocer a "amigos" o "enemigos". En alguna batalla, los romanos usaron trompetas marciales para espantar a los elefantes del enemigo, sembrando así el caos y confusión entre las filas enemigas, a las que supuestamente los elefantes debían servir.
Otro uso aún más peculiar del elefante, es como método de ejecución. Siendo el elefante un símbolo del poder real en muchas regiones de Asia, y además una criatura fácil de manejar, se utilizó como método para ejecutar a la gente, el hacer que un elefante se sentara sobre su cabeza, o bien sobre ella entera. Esta práctica duró milenios, hasta que el colonialismo británico acabó con ella, en el siglo XIX.
Pero el uso histórico más espectacular que ha tenido el elefante es probablemente como arma de guerra. Los reinos de la India, primero, y las potencias mediterráneas después (el Imperio Persa, Cartago, Macedonia, etcétera) reunieron vastos ejércitos de elefantes, que eran utilizados literalmente para arrollar a la infantería enemiga. Además, su piel dura y correosa los hace casi invulnerables a las lanzas, por lo que pararlos, a diferencia de frenar un ataque de caballería, puede ser empresa virtualmente imposible.
Empero, hubo también razones por las cuales no se extendió su uso. Las principales fueron climáticas, por supuesto, ya que como criaturas cálidas, soportaban mal los climas fríos. Cuando Aníbal intentó cruzar los Alpes con un ejército de elefantes en 218 a.C., casi todos murieron en el paso, por ejemplo. En eso, el caballo tenía una gran ventaja.
Por otra parte, el elefante era un animal asustadizo, por lo que si conseguían herirlo o matarle al conductor, podía lanzarse trompeteando en estampida, sin reconocer a "amigos" o "enemigos". En alguna batalla, los romanos usaron trompetas marciales para espantar a los elefantes del enemigo, sembrando así el caos y confusión entre las filas enemigas, a las que supuestamente los elefantes debían servir.
Otro uso aún más peculiar del elefante, es como método de ejecución. Siendo el elefante un símbolo del poder real en muchas regiones de Asia, y además una criatura fácil de manejar, se utilizó como método para ejecutar a la gente, el hacer que un elefante se sentara sobre su cabeza, o bien sobre ella entera. Esta práctica duró milenios, hasta que el colonialismo británico acabó con ella, en el siglo XIX.
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