A veces, debido al carácter excéntrico, arrebatado o visceral de los artistas, las obras artísticas que producen arrastran consigo más de alguna historia sórdida, en lo que a su concepción se refiere. Un ejemplo es la "Ninfa de Fontainebleau", que esculpió Benvenuto Cellini, cuya historia arrastra adulterio, sadomasoquismo y un intento de asesinato.
Cellini fue conocido en vida y después de muerto por ser un vanidoso bravucón y pendenciero. Dejó una jugosa autobiografía tras suyo, en la que lejos de querer blanquear su imagen, se las arregla para describir con placer celestial la larga serie de tropelías y bellaquerías de las que fue causante. Por estas mismas, a pesar de ser italiano, se encontraba prudentemente escondido en Francia, en donde había obtenido la protección del poderoso rey Francisco I (estamos, por tanto, en la primera mitad del siglo XVI).
Cellini contrató a una modelo llamada Catalina, para esculpir su Ninfa, y también para proporcionarse servicios lúbricos. Pero Catalina se enredó con el administrador de Cellini, y éste, al ser sorprendido con la modelo, se las arregló para sobrevivir simplemente corriendo más rápido que el escultor. Este no pudo matar al administrador, pero sí echó a Catalina de la casa, junto con la madre de ella (que vivía allí también) literalmente a puñetazos y puntapiés. Para vengarse, ellas denunciaron a Cellini de haber utilizado a Catalina "al modo italiano", lo que en la Francia de aquel tiempo significaba sodomía. Una acusación de tal tipo en aquellos años era hoguera segura, pero Cellini recurrió a sus amigos italianos en Francia para que armaran un tumulto tal, que lo dejaron libre.
Entonces vino la venganza de Cellini. Con un par de matones, y a punta de espada, le arrancó a su antiguo administrador una promesa de matrimonio con la casquivana Catalina, la que le obligó a cumplir. Luego, exigió que Catalina regresara a seguir modelando, la hizo posar en una posición forzadísima a propósito para causarle dolor físico, y siguió sirviéndose sexualmente de ella, esculpiéndole a la criatura que la chica de la escultura abraza, un gran par de cuernos, que simbolizan, por supuesto, los del marido de Catalina.
Cuando Cellini le dijo a Catalina todo esto, ella se enfureció, lo que le ganó una ostensible paliza. Increíblemente, Catalina regresó a modelar, apenas recuperada de sus heridas. Desde entonces volvieron a repetirse las sesiones de sexo, modelaje y palizas, con regularidad.
Las razones por las cuales Catalina no volvió a modelar para Cellini después de todo eso, son desconocidas (y no son tan fáciles de suponer, ya que la chica parecía tener un carácter lindante en el masoquismo). Cellini contrató a una mozuela de quince, a la que llamó Scorzone ("Culebrilla"), y a la que dejó embarazada.
El resultado artístico de esta sórdida historia está en la imagen que ilustra el presente posteo.
Cellini fue conocido en vida y después de muerto por ser un vanidoso bravucón y pendenciero. Dejó una jugosa autobiografía tras suyo, en la que lejos de querer blanquear su imagen, se las arregla para describir con placer celestial la larga serie de tropelías y bellaquerías de las que fue causante. Por estas mismas, a pesar de ser italiano, se encontraba prudentemente escondido en Francia, en donde había obtenido la protección del poderoso rey Francisco I (estamos, por tanto, en la primera mitad del siglo XVI).
Cellini contrató a una modelo llamada Catalina, para esculpir su Ninfa, y también para proporcionarse servicios lúbricos. Pero Catalina se enredó con el administrador de Cellini, y éste, al ser sorprendido con la modelo, se las arregló para sobrevivir simplemente corriendo más rápido que el escultor. Este no pudo matar al administrador, pero sí echó a Catalina de la casa, junto con la madre de ella (que vivía allí también) literalmente a puñetazos y puntapiés. Para vengarse, ellas denunciaron a Cellini de haber utilizado a Catalina "al modo italiano", lo que en la Francia de aquel tiempo significaba sodomía. Una acusación de tal tipo en aquellos años era hoguera segura, pero Cellini recurrió a sus amigos italianos en Francia para que armaran un tumulto tal, que lo dejaron libre.
Entonces vino la venganza de Cellini. Con un par de matones, y a punta de espada, le arrancó a su antiguo administrador una promesa de matrimonio con la casquivana Catalina, la que le obligó a cumplir. Luego, exigió que Catalina regresara a seguir modelando, la hizo posar en una posición forzadísima a propósito para causarle dolor físico, y siguió sirviéndose sexualmente de ella, esculpiéndole a la criatura que la chica de la escultura abraza, un gran par de cuernos, que simbolizan, por supuesto, los del marido de Catalina.
Cuando Cellini le dijo a Catalina todo esto, ella se enfureció, lo que le ganó una ostensible paliza. Increíblemente, Catalina regresó a modelar, apenas recuperada de sus heridas. Desde entonces volvieron a repetirse las sesiones de sexo, modelaje y palizas, con regularidad.
Las razones por las cuales Catalina no volvió a modelar para Cellini después de todo eso, son desconocidas (y no son tan fáciles de suponer, ya que la chica parecía tener un carácter lindante en el masoquismo). Cellini contrató a una mozuela de quince, a la que llamó Scorzone ("Culebrilla"), y a la que dejó embarazada.
El resultado artístico de esta sórdida historia está en la imagen que ilustra el presente posteo.
Muchas gracias por compartir esta historia, me ha parecido muy interesante.
ResponderBorrarDe nada. Saludos.
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