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domingo, 20 de agosto de 2006

Safo y las lesbianas.

Lesbiana es una chica a quien le gustan otras chicas. Sin embargo, la historia del nacimiento de la palabra es algo menos conocida.
Originalmente, los lesbianos eran los habitantes de la isla griega de Lesbos. En la Antigüedad, Lesbos era una de las más importantes islas del Mar Egeo. Hacia el siglo VI a.C. floreció allí una poetisa llamada Safo, quien probablemente vivió en Mitilene, la ciudad más importante de Lesbos.
Sobre Safo misma, es poco lo que se sabe. Se la supone de familia noble. Se cree que estuvo enamorada, de amores desgraciados, de un tal Faón, del que tampoco nada se sabe. Lo que sí parece seguro, es que Safo se rodeó de una pequeña corte de chicas, con las cuales también se dedicaba a las artes poéticas.
Safo perteneció a una época en que la poesía griega comenzaba a desvincularse de los viejos temas heroicos a la manera homérica. La antigua edad agraria de señores feudales luchando entre sí cedía paso a una pujante sociedad comercial, y los poetas estaban adaptándose a la situación. La poesía de Safo, por esto, se refiere a cuestiones más mundanas que los viejos temas de Homero sobre los dioses y héroes, o de Hesíodo sobre la vida campesina. La poesía de Safo, así como de su contemporáneo Anacreonte, respira una sensualidad nueva.
Muchas poesías de Safo son, por tanto, ambiguas. Habla en ellos de sus amigas y discípulas, pero lo hace con tanta pasión, que uno puede buenamente preguntarse si de verdad eran sólo amigas, o si Safo había hecho suya la costumbre masculina griega de la homosexualidad... La maledicencia antigua lo da por sentado, y de ahí que se comenzara a hablar de las chicas de Lesbos, o lesbianas, como de "chicas liberales", por decirlo de alguna manera, y de ahí quedó el apelativo (además de que, a veces, como una figura literaria de exquisita erudición, hay quien habla de las "artes sáficas" para referirse a la práctica del lesbianismo).
De Safo no conservamos casi nada. Lo poco que se salvó para la posteridad, fue quemado por orden de la Iglesia Católica.
Para que el lector mismo decida, aquí va un texto escrito por Safo, de los pocos que se han podido rescatar:
"De veras, quisiera morirme. Al despedirse de mí llorando, me musitó las siguientes palabras: "Amada Safo, negra suerte la mía. De verdad que me da mucha pena tener que dejarte." Y yo le respondí: "Vete tranquila. Procura no olvidarte de mí, porque bien sabes que yo siempre estaré a tu lado. Y si no, quiero recordarte lo que tu olvidas: cuantas horas felices hemos pasado juntas. Han sido muchas las coronas de violetas, de rosas, de flor de azafrán y de ramos de eneldo, que junto a mí te ceñiste. Han sido muchos los collares que colgaste de tu delicado cuello, tejidos de flores fragantes por nuestras manos. Han sido muchas las veces que derramaste bálsamo de mirra y un ungüento regio sobre mi cabeza."

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