La Batalla de Aljubarrota decidió los destinos de Castilla y Portugal. Y se libró la tarde del 14 de Agosto de 1385 (es decir, algunos añitos después del asuntillo de la muerte de Inés de Castro, que posteamos previamente).
En la época, la península ibérica era aún un caldillo de reinos: Castilla, Aragón, Navarra, Portugal, Granada... Y salvo el caso de Granada, gobernado por la Dinastía musulmana Nazrí, todas las dinastías cristianas se mezclaban unas con otras. Al fallecer el rey Fernando I de Portugal, éste carecía de hijos herederos varones. Pero sí tenía una hija, llamada Beatriz; y esta Beatriz de Portugal estaba casada con el rey de Castilla. Este se relamió pensando en una anexión dinástica de Castilla y Portugal, pero los portugueses se opusieron resueltamente. No pasó mucho tiempo antes que las cortes portuguesas se reunieran en Coimbra, y le dieran el trono a otro pretendiente, a un hijo natural del rey Pedro I de Portugal, y por tanto, hermanastro natural del fallecido rey Fernando (este es el mismo Pedro de la historia de Inés de Castro).
Como el rey de Castilla se viera chasqueado, invadió militarmente Portugal. La batalla decisiva se libró en Aljubarrota. Los portugueses, asesorados por expertos militares ingleses, tomaron una suave colina y se atrincheraron en ella. Los castellanos no quisieron atacar de inmediato, pero como el ejército invasor estaba desmoronándose por el cansancio y la falta de moral, el rey castellano ordenó una carga. Como otras batallas del siglo XIV, resultó un desastre: la caballería castellana fue atascada por las trincheras y los obstáculos naturales, y desorganizada, y cuando la infantería castellana se movió, la infantería portuguesa la hizo polvo. El resultado posterior no fue una batalla sino una masacre. Y Portugal siguió siendo independiente, bajo la flamante nueva dinastía, la Dinastía de Avis, hasta que la extinción de la misma en 1580 haría recaer el trono en manos españolas, finalmente... (aunque sólo por 60 años).
No hemos dicho aún el nombre de los reyes en esa disputa, porque tal es la coincidencia cósmica de la batalla. El campo de batalla de Aljubarrota debe ser el único, en la historia universal, en que se han enfrentado dos reyes que no sólo coinciden en el nombre, sino también en la numeración: Juan I de Portugal, contra Juan I de Castilla.
En la época, la península ibérica era aún un caldillo de reinos: Castilla, Aragón, Navarra, Portugal, Granada... Y salvo el caso de Granada, gobernado por la Dinastía musulmana Nazrí, todas las dinastías cristianas se mezclaban unas con otras. Al fallecer el rey Fernando I de Portugal, éste carecía de hijos herederos varones. Pero sí tenía una hija, llamada Beatriz; y esta Beatriz de Portugal estaba casada con el rey de Castilla. Este se relamió pensando en una anexión dinástica de Castilla y Portugal, pero los portugueses se opusieron resueltamente. No pasó mucho tiempo antes que las cortes portuguesas se reunieran en Coimbra, y le dieran el trono a otro pretendiente, a un hijo natural del rey Pedro I de Portugal, y por tanto, hermanastro natural del fallecido rey Fernando (este es el mismo Pedro de la historia de Inés de Castro).
Como el rey de Castilla se viera chasqueado, invadió militarmente Portugal. La batalla decisiva se libró en Aljubarrota. Los portugueses, asesorados por expertos militares ingleses, tomaron una suave colina y se atrincheraron en ella. Los castellanos no quisieron atacar de inmediato, pero como el ejército invasor estaba desmoronándose por el cansancio y la falta de moral, el rey castellano ordenó una carga. Como otras batallas del siglo XIV, resultó un desastre: la caballería castellana fue atascada por las trincheras y los obstáculos naturales, y desorganizada, y cuando la infantería castellana se movió, la infantería portuguesa la hizo polvo. El resultado posterior no fue una batalla sino una masacre. Y Portugal siguió siendo independiente, bajo la flamante nueva dinastía, la Dinastía de Avis, hasta que la extinción de la misma en 1580 haría recaer el trono en manos españolas, finalmente... (aunque sólo por 60 años).
No hemos dicho aún el nombre de los reyes en esa disputa, porque tal es la coincidencia cósmica de la batalla. El campo de batalla de Aljubarrota debe ser el único, en la historia universal, en que se han enfrentado dos reyes que no sólo coinciden en el nombre, sino también en la numeración: Juan I de Portugal, contra Juan I de Castilla.
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