Entre los varios títulos que tiene el Papa de Roma, está el de Sumo Pontífice. Los orígenes de este título, sin embargo, son curiosos, en el mejor de los casos. En la antigua Roma, mucho antes de la República, cuando la futura Ciudad Eterna era apenas una aldea de agricultores, la principal fuente de riqueza de la misma estaba en su privilegiada posición a los pies de las Siete Colinas, custodiando unos pasos por el Río Tíber, que los comerciantes debían atravesar, previo pago de un importe, por supuesto. De esta manera adquirió mucha importancia para la vida económica romana la figura del Pontífice, que como su nombre lo indica, era el funcionario encargado de la vigilancia y mantención de los puentes sobre el Tíber. Con el tiempo, el cargo adquirió una significación religiosa (otra prueba de que muchas veces, religión y finanzas van de la mano). De ahí que el principal sacerdote en la antigua Roma pasara a ser el Pontifex Maximus, título que con posterioridad los Papas de Roma tomaron para sí, en un intento de presentarse como herederos de la antigua tradición romana, de la que se decían sucesores.
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