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domingo, 22 de julio de 2012

Maníes y esmeraldas.

En la historia romántica del dramaturgo Charles MacArthur y la actriz Helen Hayes, que ya hemos referido en el posteo anterior de Siglos Curiosos, los maníes y las esmeraldas juegan un rol de extraordinaria importancia. Ambos (MacArthur y Hayes, no los maníes y esmeraldas, claro) se encontraron por primera vez en una reunión social en donde ella no conocía a casi nadie, y por lo tanto, debía cumplir con su rol de extra de poner cara de enterada, sin enterarse de nada. De pronto, un joven se acercó a la chica, y alargándole una bolsita, le preguntó:

-- ¿Quiere usted un maní?

Cuando ella aceptó, él dejó caer en sus manos unos cuantos, acompañados de una frase romántica:

-- ¡Ojalá fuesen esmeraldas...!

Pasaron los años. La pareja terminó casándose (leer "Propuesta de matrimonio teatral" acá en Siglos Curiosos). Pero ella cometió la indiscreción de revelarle la anécdota a un periodista de Hollywood. Ocurrió lo inevitable: que todo el mundo encontró la escena sumamente romántica, y empezaron a fastidiar a Charles con la misma. Hasta que acabaron por sacarlo de sus casillas.

De manera que un día cualquiera, Charles MacArthur regresó a su casa con una bolsita. Se las pasó a su amante mujercita, y ella descubrió que estaban llenas de esmeraldas. A lo que él repuso:

-- ¡Ojalá fueran maníes...!

Qué le habrá querido decir...

Pero no seamos tan mala gente como para dejar la anécdota allí. Digamos que el matrimonio duró 28 años, y que no terminó por el expediente común del divorcio, sino por viudez, ya que él falleció en 1956, a los 60 años. Puro amor... con esmeraldas y maníes.

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