En la historia romántica del dramaturgo Charles MacArthur y la actriz Helen Hayes, que ya hemos referido en el posteo anterior de Siglos Curiosos, los maníes y las esmeraldas juegan un rol de extraordinaria importancia. Ambos (MacArthur y Hayes, no los maníes y esmeraldas, claro) se encontraron por primera vez en una reunión social en donde ella no conocía a casi nadie, y por lo tanto, debía cumplir con su rol de extra de poner cara de enterada, sin enterarse de nada. De pronto, un joven se acercó a la chica, y alargándole una bolsita, le preguntó:
-- ¿Quiere usted un maní?
Cuando ella aceptó, él dejó caer en sus manos unos cuantos, acompañados de una frase romántica:
-- ¡Ojalá fuesen esmeraldas...!
Pasaron los años. La pareja terminó casándose (leer "Propuesta de matrimonio teatral" acá en Siglos Curiosos). Pero ella cometió la indiscreción de revelarle la anécdota a un periodista de Hollywood. Ocurrió lo inevitable: que todo el mundo encontró la escena sumamente romántica, y empezaron a fastidiar a Charles con la misma. Hasta que acabaron por sacarlo de sus casillas.
De manera que un día cualquiera, Charles MacArthur regresó a su casa con una bolsita. Se las pasó a su amante mujercita, y ella descubrió que estaban llenas de esmeraldas. A lo que él repuso:
-- ¡Ojalá fueran maníes...!
Qué le habrá querido decir...
Pero no seamos tan mala gente como para dejar la anécdota allí. Digamos que el matrimonio duró 28 años, y que no terminó por el expediente común del divorcio, sino por viudez, ya que él falleció en 1956, a los 60 años. Puro amor... con esmeraldas y maníes.
Ya lo decía Oscar Wilde: necia cosa es Eros.
ResponderBorrarYa lo decía Oscar Wilde: necia cosa es Eros.
ResponderBorrarBueno, por algo se dice que a Cupido siempre lo dibujan con pañales porque siempre la c...
ResponderBorrar