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domingo, 18 de marzo de 2012

El desastre aeronáutico de Lockerbie.


Uno de los impactantes desastres en la historia de la aviación, lo constituye el atentado terrorista que le costó la existencia al vuelo 103 de Pan Am, y la vida a 270 personas tanto en vuelo como en personas sobre tierra firme en el pueblo de Lockerbie, en Escocia, Inglaterra. El vuelo era un Boeing 747 que venía desde Frankfurt, y despegó de su escala en Londres a las 18:25 horas del 21 de Diciembre de 1988, con destino a Nueva York. A las 18:56, el vuelo alcanzó los 10.000 metros de altura y la velocidad de crucero, sobre los cielos de Escocia. A las 19:03 desapareció de los radares, reemplazado sólo por algunos puntos menores: era el eco de los restos del avión ahora siniestrado... La aeronave se desplomó sobre la mencionada aldea de Lockerbie, sembrando el caos: uno de los motores abrió un cráter de cinco metros, mientras que el ala explotó en medio de una bola de fuego de 40 metros de ancho. 21 casas fueron destruidas en total. Los 243 pasajeros, más 16 tripulantes, más 11 personas en tierra firme, resultaron muertas en la catástrofe.

La autopsia de inmediato reveló grandes daños pulmonares en las víctimas. Para los patólogos forenses se hizo obvio que el avión había sufrido alguna clase de descomprensión brusca. Como la provocada por un boquete en el fuselaje abierto por una bomba, por ejemplo. Los investigadores se abocaron entonces a la misión de recoger cuanto fragmento del vuelo fuera posible encontrar: cerca del noventa por ciento de las piezas pudieron ser recuperadas, y ensambladas para reconstruir el avión siniestrado dentro de un hangar que antaño había servido como almacén de municiones para el Ejército.

Pronto se descubrieron indicios de explosivos plásticos, en concreto de Sentex, cerca de los contenedores de equipaje de la bodega delantera. Se encontró además un trozo minúsculo de circuito integrado, y un fragmento de un radiocasette Toshiba. Los investigadores reconstruyeron la zona del fuselaje donde se encontraba la bomba, e hicieron detonar distintas cargas en contenedores idénticos, hasta conseguir daños similares a los resultados del siniestro. Se descubrió así que la bomba iba en una maleta de la segunda capa de éstas en el contenedor, y que por lo tanto, debió ser cargada en Frankfurt. La bomba, al detonar, habría abierto un boquete en el morro de la nave, y la onda expansiva sumada al choque de éste con la atmósfera habrían hecho el resto, arrancando dicho morro y descabezando la nave, arrojándola en picado.

Descubrieron también fibras de ropa procedentes de Malta, y desde ahí, la investigación arrojó como conclusión que el responsable era un libio que había echado la maleta arriba, pero que no había subido al avión. En 2001, basado en toda esta evidencia, un tribunal de Escocia condenó a Abdelbaset al-Megrahi, el libio en cuestión, a cadena perpetua, aunque fue liberado después en 2009 por razones de salud, ya que padecía cáncer de próstata. La condena de al-Megrahi en todo caso ha sido discutida, y hay quienes sostienen su inocencia y error judicial. Cualquiera sea el caso, el atentado de 1988 hizo cambiar las políticas de seguridad en las aerolíneas: todo equipaje cuyo dueño no pudiera ser localizado a bordo, pasó a ser desembarcado de inmediato, aunque el pasajero en cuestión tuviera tarjeta de embarque. También en futuros diseños de aeronaves se introdujeron medidas para hacer más resistente el casco frente a otro posible evento de naturaleza similar.

3 comentarios:

  1. Hola.

    Buen artículo.

    Sólo comentar que el avión no era u n707, sino un 747. Lo puedes ver en la wikipedia http://es.wikipedia.org/wiki/Vuelo_103_de_Pan_Am

    Salud!

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  2. Por este hecho la comunidad internacional, con la presión de Estados Unidos, le aplicó un embargo a Libia que se extendió por casi cinco años, y que sólo fue levantado cuando el gobierno de Khaddafi entregó a los dos acusados. De todas formas la participación de los dos jamás quedó comprobada: uno de los imputados fue absuelto y respecto del que fue condenado, su liberación por causas humanitarias despertó la sospecha de que la acusación era falsa, pues es muy difícil que el tribunal internacional actúe de tal manera y menos con un país considerado "paria".

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  3. A OMALALED: El libro que consulté para el presente posteo ("40 casos criminales y cómo consiguieron resolverse", de David Owen) menciona a la entrada del caso, que se trata de un 707, así es que la errata viene de imprenta. Aunque algo de culpa me cabe por no ser más puntilloso al revisar, porque en los pie de fotitos incluidos al lado, sí aparece escrito 747 como dos o tres veces. De todas maneras está corregido, gracias por apuntarlo.

    A GALO NOMEZ: Es que con el espionaje y el terrorismo uno nunca sabe nada. Que sólo en las de James Bond está clarito quién es el enemigo y quién no (que conste que disfruto las de 007 como un enano, pero como lo que son, o sea, fantasías de acción, podríamos decir). Me imagino que llega un minuto en que ni siquiera los pobres tipos metidos en el ajo tienen claro de qué está pasando, de tanta cortina y contracortina de humo que se arrojan unos a otros.

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