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jueves, 17 de noviembre de 2011

Enterrados en la Abadía de Westminster.


Uno de los más grandes honores a que puede aspirar un inglés, es ser enterrado en la Abadía de Westminster. Se dice que en el Combate Naval del Cabo San Vicente, el almirante Horatio Nelson gritó que quería "¡la victoria o la Abadía de Westminster!" (traducido: vencedor o muerto con gloria). Los reyes de Inglaterra son enterrados allí, pero también aristócratas, así como artistas o personalidades que han prestado servicios a la Patria. Entre la gente enterrada allí están el explorador africano David Livingstone, los científicos Isaac Newton y Charles Darwin... y por supuesto que existen anécdotas relacionadas con el tema.

Los escritores tienen su propio rincón, aunque sea un poco de chiripa. En el siglo XIV, Geoffrey Chaucer fue enterrado en la Abadía de Westminster. Pero no pesó para ello el haber escrito los "Cuentos de Canterbury", sino el haber sido maestro de obras en la Abadía en ese entonces aún en construcción (reconstrucción, técnicamente). Su tumba fue objeto de una ampliación en el siglo XVI, a tiempo para que a su lado fuera enterrado Edmund Spenser, poeta importante en ese tiempo por chuparle las patitas a la reina Isabel con su poema épico "La reina de las hadas", cuyo título lo dice todo al respecto. Lo que inició la tradición del llamado "Rincón de los Poetas" ("Poet's Corner"), en donde están enterrados Samuel Johnson, Charles Dickens, Rudyard Kipling, etcétera. Aunque no todas las grandes estrellas de la literatura inglesa están aquí, partiendo por Lord Byron (cuya vida escandalosa sólo le valió un reconocimiento en... ¡1969!), o William Shakespeare (enterrado en otra parte, y que se ganó un memorial sólo en 1740). Y también hay alguno que poco tiene que ver con la poesía o la literatura en general... incluyendo al músico, y alemán por añadidura, Georg Friedrich Häendel (aunque todo sea dicho, la mejor parte de su carrera la desarrolló en Inglaterra). Y eso que los músicos tienen el Ala de los Músicos ("Musicians' Aisle") para ellos.

La tumba de Ben Jonson despierta interés por su pequeño tamaño. Se dice que en vida, Jonson le pidió al rey Carlos I (1603-1625), la merced de "18 pulgadas cuadradas de tierra en la abadía de Westminster". Y se la concedieron. En el siglo XIX, al excavarse una tumba cercana, hubo ocasión de inspeccionar los restos de Ben Jonson, y entonces el encargado informó que había sido enterrado en posición vertical...

Y una sobre Winston Churchill. En vida, y probablemente como broma, dijo que no quería ser sepultado en la Abadía de Westminster porque no creía ser del agrado de sus compañeros. Al final, cuando falleció a la provecta edad de 91 años en 1965, Churchill terminó enterrado en un lugar diferente. Lo que no impidió que cerca de la Tumba del Soldado Desconocido en la Abadía de Westminster, en ese mismo 1965, la reina Isabel II descubriera una lápida conmemorativa que dice: "Recordad a Winston Churchill"...

Con todo, desde comienzos del siglo XX, las inhumaciones han sido reemplazadas por la incineración. Es el único medio por el cual se ha podido seguir enterrando gente en una Abadía que, por lo demás, ha obrado como cementerio durante siglos completos, y en donde por tanto la cuestión del espacio se ha tornado tan angustiosa o más que la muerte misma...

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