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domingo, 10 de julio de 2011

Nissim ben Abraham el mesías hispanojudío.


Avila, siglo XIII. Cristianos y judíos viven más o menos en paz, tanto como podía pretenderse en aquellos años (la tolerancia religiosa, sabido es, no era un rasgo característico de los cristianos medievales). Entre esta gente hay un hombre más o menos simple e ignorante llamado Nissim ben Abraham. En apariencia, es la última persona que podría en algún minuto pretender ser el mesías, en particular habida cuenta de que entre los judíos medievales, el reclamo de mesianismo viene acompañado muchas veces por un interés por la cábala, el esoterismo, el ocultismo, etcétera. Pero... sucedió.

De pronto, de la noche a la mañana, Nissim ben Abraham sufrió un cambio rotundo de personalidad: un ángel le ha hecho una serie de revelaciones. Entre los judíos, se supone que el mesías no debe proclamarse a sí mismo, sino que debe ser reconocido por sus discípulos (sin perjuicio de que algún que otro mesías ha impulsado la cosa: "digan quien soy", "adivinen qué", "¿se te ha ocurrido que a lo mejor yo...?"). El caso es que Nissim ben Abraham comenzó a comportarse como un iluminado, y escribió distintos textos cabalísticos, proféticos... etcétera. La comunidad judía se dividió: por un lado Salomón ben Aderet, un reconocido cabalista judío, manifestó su más profundo rechazo, mientras que algunos judíos, desconcertados, lo siguieron.

La historia de Nissim ben Abraham terminó de una manera un tanto bochornosa. Anunció que el mesías se revelaría finalmente en 1295. Probablemente pensaba ser proclamado él mismo (recuérdese: un mesías judío no se puede proclamar a sí mismo como tal). El día en cuestión, la sinagoga de Avila se llenó de gente lista para ver el espectáculo de los espectáculos. Y lo que vieron de pronto fueron...

...cruces. ¿Alucinación colectiva, una broma de algún infiltrado cristiano, una operación preparada por el mismísimo Nissim ben Abraham? Ignoramos la respuesta. El caso es que algunos judíos, indignados, se retiraron, pero otros lo vieron como una señal y optaron por hacer lo obvio en esas circunstancias, o sea, convertirse al Cristianismo. En cuanto a Nissim ben Abraham, desapareció de la Historia: no sabemos nada más de él. Dejándonos de paso con una serie de interrogantes sobre su breve y curiosa epopeya.

3 comentarios:

  1. Podría haber sido algún truco de un católico infiltrado. No sería la primera vez. Por lo demás, cabe recordar que los judíos que vivían en la península ibérica -los sefardíes- practicaban una religión autóctona, la cábala, cuya doctrina era propensa a aceptar actos a los que se les atribuyera un poder mágico.

    ¡Ah! Y la actitud del Papado hacia los judíos es asunto de todo excepto risa. Fue el catolicismo prácticamente el mentor del antisemitismo, al punto que hasta bulas papales ordenaron masivas deportaciones e incluso exterminios de poblaciones hebreas completas. Para la época de la Peste Negra, los sacerdotes de entonces culparon a los judíos de su propagación, alentando una masacre que dejaría a Hitler como un ingenuo que hacía cosquillas

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  2. A LORENZO "EL RETRONAUTA". Ni que me lo digan. Me huele a maniobra propagandística de algún cristiano burlón, pero en estas cosas vaya uno a saber...

    A GALO GÓMEZ. O a lo mejor el asunto fue organizado desde el comienzo como una operación católica, quien sabe... En cuanto a los judíos en Occidente, Arnold J. Toynbee hace un brillante análisis según el cual eran tolerados como banqueros hasta que los cristianos empezaron a meterse en el tejemaneje de las operaciones comerciales, punto en el cual empezaron a echarlos sin contemplaciones, primero en Europa Occidental, y luego en Europa Oriental. Por cierto, el mismo Toynbee considera como uno de los pináculos de la vergüenza humana, la masacre de judíos en Sevilla en 1391. Claro que eso lo había publicado en 1938, cuando todavía no se sabía que venía por detrás un cabrón mucho más espectacular en eso de martillar judíos...

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