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jueves, 23 de diciembre de 2010

La mejor Navidad de Tamara Acosta.

La actriz Tamara Acosta es bien conocida en Chile por sus desn... er... por haber actuado en pelis como "El chacotero sentimental", "El desquite" o "El rey de los huevones", además de sus roles en teleseries y en ser una de las protas de la serie televisiva "Los 80", por no hablar de su secundario en la grandiosa (sarcasmo) y mayestática (otro sarcasmo) "Rojo intenso". Como parte de uno de esos especiales de Navidad de la revista Mujer del diario La Tercera (edición del domingo 12 de diciembre de 2010), le preguntaron a ella y a otras chicas acerca de su mejor Navidad, en aplicación de esa vieja estrategia periodística de "hacer como que se escribe un artículo", preguntándole cualquier cosa a los famosillos para recopilar unas cuantas respuestas, hacer copy-and-paste, y ¡alehop!, a la imprenta.

Pero volviendo a la mejor Navidad de Tamara Acosta. Resulta que los papis de la actriz (en ese entonces una niña de 7 u 8, claro está) no se conformaban con dejar los regalos y cargarle el muerto al Viejito Pascuero, como toda familia chilena de pro, sino que además hacían su propia mise in scene, agarrando los zapatos del hermano mayor, untándoles la suela en talco, y dejando huellas por toda la casa (las huellas del distinguido visitante, se supone, claro). Con el añadido de que en la casa de los Acosta, los regalos no eran transportados por el Viejito Pascuero, sino por el niño Jesús himself (papis dixit).

Pero los niños siempre serán los niños, así es que los hermanitos Acosta tuvieron la genial idea de querer ver al niño Jesús. A la manera bruta, claro, si es que los niños siempre... etcétera. De manera que tomaron unas cuerdas delgadas, y las amarraron por todas las puertas y ventanas de la casa. La idea era que el niño Jesús al entrar se iba a tropezar y dar de bruces (pero... ¿qué les enseñan en Catecismo a estos niños hoy en día!!!), y con el golpazo, los hermanitos se iban a despertar y por fin lo iban a conocer (supongo que el tema de pedirles disculpas después por la estratagema y el eventual labio partido, es un asunto que no llegaron a plantearse). El caso es que los hermanitos Acosta, a fuerza de querer despertarse para estar ahí, no se durmieron nunca, y los papis tuvieron que esperar una eternidad hasta que... bueno, ya me entienden (los regalos se abrían el 25 por la mañana, como se hace en todas las casas decente como Dios manda).

Dejaré que sea la propia Tamara Acosta quien termine la narración: "Al otro día nos despertamos y corrimos a ver qué había pasado con la trampa... las cuerdas estaban todas desarmadas y ordenadas en una esquinita, y por supuesto los regalos bajo el árbol. No lo podíamos creer. Sólo me quedé pensando en lo inteligente que había sido el niño Jesús"...

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