Historias desopilantes, anécdotas curiosas, rarezas antiguas: bienvenidos a los siglos curiosos.
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domingo, 5 de diciembre de 2010
2300 años antes de las Cruzadas...
Los análisis de Geopolítica combinada con Historia suelen tener algo de monótonos. Como la geografía terrestre no ha cambiado la gran cosa durante la época de las civilizaciones, los crecimientos y extinciones de imperios tienden a repetirse de manera recurrente sobre un tablero que se mantiene principalmente estático. Una de las constantes geopolíticas que ha visto el mundo es el intento varias veces repetido de cortar las vías de comunicaciones entre Egipto y Siria por parte de potencias marítimas mediterráneas occidentales, creándose cabezas de puente en Palestina. Lo hicieron los cruzados en los siglos XII y XIII, y lo hicieron otra vez la entente angloestadounidense ayudando a la creación del Estado de Israel en 1948. Interesantemente, hay un precedente mucho más antiguo para esta constante, uno que antecede en nada menos que 2300 años a las Cruzadas, o sea, más de un milenio antes de la Era Cristiana...
Hacia 1200-1180 a.C., la cuenca del Mediterráneo sufrió una serie de convulsiones. La historia es poco conocida porque debe ser reconstruida de manera fragmentaria a partir de las leyendas griegas (los invasores) acerca de la Guerra de Troya por un lado, y por parte de los testimonios egipcios (los invadidos) y los muy posteriores testimonios hebreos de la Biblia (que justo estaban ahí, en medio de la conflagración). El esquema global es que una horda de invasores, conocidos como los "Pueblos del Mar" (por los egipcios, para quienes esos invasores llegaban desde el mar, precisamente), salieron de las costas griegas y se dejaron caer sobre todo el Medio Oriente, ayudando a provocar el hundimiento del Imperio Hitita, mutilando severamente al Imperio Egipcio, y creando una tierra de nadie en Palestina, en donde una serie de principados menores florecieron en el siguiente medio milenio (arameos, filisteos, hebreos, etcétera), hasta la llegada de los invasores asirios y caldeos desde el este. Y en medio de todo el caos provocado por los Pueblos del Mar...
La Biblia menciona que existió una tribu llamada "horeos", que existió en los tiempos anteriores a la llegada de los Pueblos del Mar (de las guerras que los reyes orientales emprendieron contra los reyes occidentales, que se refiere en Genesis 14, y en las cuales se vieron envueltas los horeos según Génesis 14:6, hay quien colige que estos horeos fueron arrojados a Palestina durante las invasiones de los mitanios, en el siglo XVI a.C., aunque esto no se puede afirmar con certeza). El caso es que los horeos dominaban la región alrededor del Monte Seir, cerca de Ezión Gueber. Este puerto se encuentra al este de la Península del Sinaí, y da hacia el Mar Rojo.
Pero durante la invasión de los Pueblos del Mar, una tribu llamada los quereteos, consiguió abrirse paso desde el Mar Mediterráneo hacia el Mar Rojo. Allí, en el Monte Seir, consiguieron hacerse fuertes y crear un pequeño principado. Hay quien piensa que estos quereteos eran descendientes de los cretenses, e incluso la Septuaginta (la primera versión griega del Antiguo Testamento, traducida hacia 250 a.C.) parece identificarlos. El caso es que los quereteos pronto se hicieron señores del Néguev, el desierto al sur de Palestina y que entronca con el Sinaí, y por lo tanto, estaban en posición fértil para controlar el Camino Real, la gran ruta comercial que iba desde Egipto hasta Siria. El futuro parecía promisorio para ellos, pero...
A río revuelto, ganancia de pescadores, y quien se llevó el palo al agua fue otra tribu distinta, ésta de origen semita: Edom. Los edomitas aprovecharon el vacío de poder creado por la retirada de los egipcios, para hacerse de un gran reino (en proporción a las dimensiones más bien liliputienses del territorio palestino, claro) que iba desde el Mar Muerto hasta el Mar Rojo. Los edomitas invadieron el territorio de los horeos y los exterminaron (Deuteronomio 2:12), y arrinconaron a los quereteos. Aislados de los filisteos (sus probables "hermanos de sangre"), que se habían instalado en la costa de Palestina, los quereteos tuvieron que conformarse con su capital Siquelag, y dominar el desierto del Néguev, siempre como tributarios de algún vecino más poderoso. El rey David, algo más tarde, emprendió una invasión militar en toda regla contra Siquelag y la saqueó (Primero de Samuel 30). De esta manera los quereteos sufrieron la misma suerte que los cruzados 2300 años después: consiguieron fabricarse un principado alrededor de una ciudad y controlar las rutas comerciales, sólo para que después los señores de la guerra locales los arrinconaran y obligaran a malvivir como vasallos de un poder superior (bueno, a los cruzados les fue incluso peor...).
Y los filisteos, el pueblo llegado del mar, contaban con una ventaja importantísima: conocían el hierro, cuyo secreto habían obtenido como botín en sus victorias sobre los hititas. Fue el poder de los filisteos el que, posiblemente, obligó a la unificación de las tribus en un reino bajo la dirección de Saúl en su lucha contra aquellos, con el posterior reinado de David, un gran y victorioso guerrero.
ResponderBorrarTienes razón. Oriente Medio es punto clave en el discurrir de la historia. También desde allí salieron los fenicios que llenaron el Mare Nostrum de bases comerciales, y más tarde fundaron una civilización, rival de la romana, en el norte de África.
Interesantes tus artículos, que suelo seguir con regularidad. Saludos.
Además de eso, los filisteos obtuvieron las tierras bajas costeras más fáciles de cultivar y abiertas al comercio marítimo, mientras que los hebreos estaban obligados a ser pastores seminómades en las montañas (ni siquiera podían aprovecharse de las rutas comerciales entre Siria y Egipto, dominadas por Edom y Moab). Claro que la historia de ese período fue escrita por los hebreos, y por lo tanto ellos son los héroes del cuento, que si nos hubiera llegado una crónica filistea, una edomita o una moabita hasta la actualidad, vamos a ver cómo hubieran contado el asunto...
ResponderBorrarSaludos.