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jueves, 7 de octubre de 2010

El hercúleo Antonio de León Pinelo.

Cuando se habla de héroes, tiende a pensarse en conquistadores militares, en científicos, en santos, etcétera. Pero nadie pensaría adjudicarle la etiqueta de "héroe" a un historiador y jurista, o sea, a un ratón de biblioteca especializado en dos disciplinas tradicionalmente consideradas como la aridez en persona. Pero si alguien en la Historia Universal se merece el crédito, ése sea probablemente el jurista español Antonio de León Pinelo (hacia 1595-1660). Antonio de León Pinelo nació probablemente en Valladolid, hacia el año 1595. Dejó un variado ramillete de obras con reflexiones históricas, teológicas y jurídicas: debe recordarse que en el Imperio Español de aquellos tiempos, ambas tres actividades generalmente iban ligadas unas a las otras. Pero la obra que inmortalizó a León Pinelo fue haberse enfrentado a la horripilante maraña conocida con el genérico nombre de "legislación indiana", y haberla reducido a una compilación general que más o menos pudiera ser utilizada.

Cuando el Imperio Español conquistó América, se hizo de golpe con una serie de situaciones geográficas, históricas, demográficas, sociales, políticas y culturales para las cuales la legislación castellana (la de Castilla), a medias basada en las Siete Partidas de Alfonso X (del siglo XIII, o sea, semiobsoletas para la nueva realidad moderna e imperial) y a medias consuetudinaria, era incapaz de proporcionar respuestas. A las prisas y corriendo, la principal arma legislativa utilizada por la Corona fue la "cédula", decretos reales que desde la metrópoli regulaban las situaciones puntuales que se presentaran. El problema se agudizó por la intención de la Corona (como lo declaró explícitamente Felipe II en 1571) de imponer la legislación metropolitana a todas las colonias casi de manera uniforme, algo que bien pronto se reveló como imposible. Ya en 1582 hubo un intento por compilar el cedulario completo de la legislación indiana, intento que terminó abortado.

A comienzos del siglo XVII, Antonio de León Pinelo abordó la ímproba tarea. A diferencia de otras tareas semejantes, que se trabajaron más o menos en comisión, León Pinelo lo hizo casi en solitario (podemos suponer que con algún asistente al menos, o de lo contrario no se explica cómo diablos llegó a tener éxito). El encargo se lo hizo el Consejo de Indias en 1624, y empleó diez años de su vida en la faena. A la fecha, León Pinelo hubo de revisar nada menos que ¡¡¡400.000!!! cédulas reales, las cuales, en un trabajo de diez años, dejó reducidas a apenas 11.000. Saquemos algunas cuentas. Digamos que trabajó solo, e invirtió sólo ocho años en leer las cédulas (ya no digamos en hacer una segunda selección, etcétera). Si le consideramos trabajando todos los días, domingos, feriados incluidos, sin darse un solo día de descanso, sin haber interrumpido su labor por enfermedad o por alguna otra causa, resulta que habría estado trabajando leyendo (sólo leyendo) algo más de 130 cédulas al día, día tras día, monótonamente, durante casi 3000 jornadas. Esto da una idea de lo hercúleo que fue la tarea del heroico León Pinelo. Las 11.000 cédulas que integraron la obra definitiva representan menos del tres por ciento del material de trabajo contra el cual León Pinelo debió lidiar (si asumimos que leyó 130 cédulas al día durante ocho años, un tres por ciento representa más o menos tres o cuatro cédulas aprovechables al día, y todo el resto a la basura).

Desgraciadamente, la consabida inepcia burocrática del Imperio Español hizo que los alcances de la obra de León Pinelo fueran más bien limitados. La obra quedó lista en 1635, pero la versión revisada en cuatro volúmenes fue publicada recién en 1681 (León Pinelo llevaba a la sazón su par de décadas muerto). Huelga decir que en el casi medio siglo intermedio, un aluvión de nuevas cédulas habían sido dictadas, sin otro nuevo intento de sistematización. La última intentona se produjo en los albores del siglo XIX, por iniciativa de Carlos IV de España, y aunque hubiera llegado a buen puerto, hubiera sido inútil, porque la independencia de Latinoamérica estaba ya empezando a aparecer en el horizonte.

2 comentarios:

  1. Una entrada genial y muy bien resumida de la labor faraònica de este héroe de las letras...me alegra que cites y pongas la imagen de la recopilaciòn de las leyes de 1681 mandadas hacer por Carlos II, ya que a él dedico mi blog...

    Te gustarìa participar en las celebraciones que desde mi blog quiero hacer por el 349 aniversario de Carlos II?

    Aquì te dejo el link a la entrada en la que explico todo: http://reinadodecarlosii.blogspot.com/2010/10/propuesta-de-colaboracion-para-el-345.html

    Un cordial saludo.

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  2. Gracias por las felicitaciones, y vieras que fue un parto encontrar una buena imagen para ilustrar el posteo... (no una imagen, sino una BUENA imagen, por aquello de que los matices hacen la diferencia).

    En cuanto a la celebración del aniversario n° 349, no me queda claro si la idea es publicar algo alusivo en el propio blog, o enviar una colaboración para ser publicada en tu blog. ¿O ambas son admisibles? Aparte de ese detalle, me parece un buen desafío, y a lo menos en principio, estaría interesado en suscribirme.

    Saludos cordiales.

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