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domingo, 4 de abril de 2010

Al estilo del Piñerismo.


El cambio de mando del año 2010 en Chile es el más importante que ha tenido Chile desde 1990, en que el dictador Augusto Pinochet entregó la banda presidencial al Presidente democráticamente elegido Patricio Aylwin. Desde ese entonces y por veinte años, la coalición de centroizquierda llamada la Concertación gobernó a través de cuatro Presidencias (Patricio Aylwin de 1990 a 1994, Eduardo Frei Ruiz-Tagle de 1994 a 2000, Ricardo Lagos de 2000 a 2006, y Michelle Bachelet de 2006 a 2010, y sobre por qué tanta disparidad en los períodos presidenciales, remito al amable lector a mi posteo sobre "El baile del período presidencial chileno"). El ser humano es animal de costumbres, y por lo tanto el Concertacionismo impuso ciertos usos y costumbres, que el recientemente llegado Piñerismo se encargará por supuesto de transformar. El diario la Tercera del Domingo 14 de Marzo de 2010 se encargó de sintetizar algunos.

Obviamente, los genes concertacionistas se inclinaban más hacia la cultura socialista, independiente, y por qué no decirlo, cultureta. Michelle Bachelet, por ejemplo, era adepta al cine europeo ("Nos habíamos amado tanto" de Ettore Scola y "Hable con ella" de Pedro Almodóvar, por ejemplo), mientras que Sebastián Piñera se inclina más hacia Hollywood ("El Padrino", "Lo que el viento se llevó", y más recientemente "Casino Royale", "Titanic" y las de Indiana Jones). Ambos comparten, con todo, un gusto en común: "Casablanca". En materia de lecturas, el bacheletismo se inclinaba más hacia la ficción ("La silla del águila" de Carlos Fuentes por ejemplo), mientras que el Piñerismo se inclina más hacia la no ficción. Con todo, Sebastián Piñera tiene por costumbre regalar a sus cercanos un único libro que podríamos llamar de "historia novelada": "Momentos estelares de la Humanidad" de Stefan Zweig. Y los diarios más leídos en el Palacio de La Moneda ya no serán "El País" de España ni "Le Monde Diplomatique" de Francia, sino el muy empresarial y economista "Wall Street Journal" de Nueva York (sí, el mismo que alababa a Friedman en términos cuasimísticos por proteger a Chile de las consecuencias del terremoto de 2010, como decíamos en "Terremoto en las empresas constructoras de Chile").

En cuanto al perfil profesional, los concertacionistas se sentían más afines al liberalismo moral y al agnosticismo: Ricardo Lagos era masón y agnóstico, y en cuanto a Michelle Bachelet, ella prometió y no juró, a la hora de asumir la Presidencia. Y el grueso de sus ministros venía de la Universidad de Chile, de reconocida tradición librepensadora y agnóstica (con todo, ocho venían de la Pontificia Universidad Católica de Chile). En el Piñerismo, en cambio, el tinte católico es mucho más fuerte: 17 ministros (de un total de 22) son egresados de la Pontificia Universidad Católica de Chile, frente a tres de la Universidad de Chile. Y varios ministros pertenecen a congregaciones católicas: Joaquín Lavín (Ministro de Educación) es Opus Dei, mientras que Felipe Kast es Shöenstatt. Sólo Eva von Baer (luterana) y el Ministro del Interior Rodrigo Hinzpeter (judío) son excepciones. Profesionalmente hablando, en el Concertacionismo predominaban los ministros abogados (y Michelle Bachelet, por su parte, es médico), mientras que en el Piñerismo, ocho son ingenieros y seis economistas.

Y en el ámbito de lo privado, también se nota el cambio de mano. El local medio alternativo Liguria se había transformado en la sede del Bacheletismo, mientras que el grueso del Piñerismo prefiere el más refinado Carrousel, conocido por sus blinis de caviar y fricasés de machas. El balneario de Tunquén, por su parte, que era el preferido de muchos concertacionistas, así como de parte del mundo artístico más refinado, cae en desgracia frente al más elitista de Cachagua. Con familias más numerosas, por cierto: once ministros del Piñerismo tienen cuatro hijos o más (Joaquín Lavín, notorio Opus Dei, tiene siete hijos), mientras que en el Bacheletismo la norma eran apenas uno a tres hijos...

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