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domingo, 18 de octubre de 2009

La caída en desgracia de Fouquet.


Nicolas Fouquet (1615-1680) fue el Superintendente de Finanzas de Luis XIV. Vale decir, en otras palabras, el hombre que administraba sus dineros. Nacido en la nobleza, su posición con los años se fue fortaleciendo cada vez más. En 1653, bajo el gobierno del Cardenal Mazarino (Luis XIV ya era rey de Francia, pero en los hechos era Mazarino quién tenía la última palabra sobre todo), pidió y obtuvo para sí la superintendencia en cuestión. En los años siguientes, y de manera un tanto sospechosa, la fortuna personal y los gastos extravagantes de Fouquet se incrementaban, al tiempo que las finanzas del reino eran cada vez más confusas y inoperantes. Miren qué coincidencia, ¿eh?

En 1661 falleció el poderoso Mazarino, y Fouquet vio llegada su oportunidad. Desde inicios de siglo que Francia había estado realmente en manos de los validos: Richelieu primero y Mazarino después. ¿Por qué no iba a haber un tercer valido después de los dos? Para asegurarse la posición, Fouquet invitó a Luis XIV, a la reina madre, a la corte de París (en esa época no existía aún el Palacio de Versalles) y a Luisa de La Vallière (amante oficial del rey) a una fiesta, a celebrarse el 17 de Agosto de 1661. Fouquet no escatimó gastos. La cena estaba a cargo de Vatel, uno de los más reputados gastrónomos de todos los tiempos, de cuyo perfeccionismo se dice que se suicidó en una ocasión en que un pescado no llegó a la mesa a tiempo. El ballet que se presentó fue compuesto, nada más y nada menos, que por el gran dramaturgo Molière, escenificado por el pintor Le Brun, y con música del compositor Jean-Baptiste Lully, todos ellos la crème de la crème del arte francés de su tiempo. Hubo también fuegos artificiales, y magníficos regalos para los presentes. El derroche que Fouquet hizo en aquella jornada, se hizo legendario.

¿Qué pretendía Fouquet con todo esto? ¿Congraciarse con el rey y conseguir el nombramiento? ¿Amenazarlo veladamente con su propio vasto poder económico? En cualquier caso, el tiro salió mal. Luis XIV había pasado por la muy traumática experiencia de la Fronda, una revuelta en la que los nobles habían estado cerca de aherrojar a la monarquía de la misma manera en que los ingleses le habían impuesto un Parlamento a su Rey, y no estaba dispuesto a dejar que le atropellaran de esa manera (¡o peor aún, le derrocaran!) una panda de nobles insurrectos que se consideraban en más que su propio monarca. En vez de agradarse con el homenaje, o de sentirse intimidado, Luis XIV concibió un sordo resquemor contra Fouquet, que fue determinante en su caída. Tres semanas después, de manera casi subrepticia, Fouquet fue arrestado por el capitán D'Artagnan (en este D'Artagnan histórico se inspiró Alejandro Dumas, siglo y medio después, para escribir "Los tres mosqueteros"). Pasó todo el resto de su vida (casi veinte años, según los registros oficiales) en prisión. Y murió en ella, claro está.

Hasta el día de hoy, los eruditos no consiguen despejar de dudas un misterio adicional respecto de Fouquet: en su misma prisión y más o menos en la misma época que él, apareció el "Hombre de la Máscara de Hierro". Alejandro Dumas, en su historia "El vizconde de Bragelonne" (tercera parte de la saga iniciada con "Los tres mosqueteros"), le hace el hermano gemelo de Luis XIV. Se ha supuesto que el Hombre de la Máscara de Hierro sería el propio Fouquet, o bien uno de sus sirvientes. En cualquier caso, si bien parece haber una conexión entre ambos personajes, la naturaleza de la misma es algo que permanece en el misterio.

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