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jueves, 12 de marzo de 2009

El despiadado Tucho Caldera.

Uno de los criminales más despiadados que ha conocido la Historia de Chile, es sin lugar a dudas el Tucho Caldera. Su verdadero nombre era Alberto Caldera García. Desde niño se hizo conocido como matón, y ya de mayor, utilizaba la violencia para intimidar a los opositores políticos en tiempo de elecciones. Se le conocía también su extraordinario sadismo con los animales. Le gustaba arrojar perros al fuego para que se quemaran vivos, y mantenía un ejército de perros en su casa a los cuales arrojaba gatos vivos (y, según se dice, un caballo enfermo, una vez) para deleitarse viendo cómo los devoraban. Dichos perros engulleron también a una sirvienta del Tucho, en lo que fue calificado como un "extraño accidente", después de que dicha sirvienta le hubiera desobedecido una orden... Otras personas alrededor del Tucho fallecieron o desaparecieron también en extrañas circunstancias, pero sólo pudieron probársele dos homicidios, por los que cumplió sentencia en la Ex Penitenciaría de Santiago.

Si hubiera sido sólo por eso, hubiera quedado como una anormalidad, pero el Tucho Caldera se superó a sí mismo cuando trampeó y luego asesinó a Demetrio Amar Abedrapo, un empresario palestino radicado en Chile. Corría el año 1947, y viendo que Demetrio Amar no sabía ni leer ni escribir en castellano, lo convenció de que firmara un documento notarial en el que supuestamente le vendía unas tierras. El documento en realidad era un poder amplio de administración de todos los bienes de Demetrio Amar al Tucho Caldera, además de un poder para contraer matrimonio con la hijastra de éste.

Cuando Demetrio Amar se descubrió casado con la hijastra del Tucho Caldera, y por supuesto que privado de su fortuna, encaró al estafador. Este no encontró entonces mejor salida que matarlo. El Tucho tenía experiencia como carnicero, y usó esta experiencia para descuartizar, a golpe de hacha, sierra y serrucho, el cadáver en 19 piezas (la cabeza, 6 piezas para el tronco, y tres por cada extremidad en las articulaciones), y esconderlas en cajas de sombreros. Corría el 10 de Mayo de 1947. Un mes después lo arrestaron y sometieron a juicio. Curiosamente, su abogado defensor tenía una tía, que era hacendada, y que había sufrido ella misma las bellaquerías del Tucho, ya que éste había sido condenado anteriormente a 10 años de prisión por robarle el ganado (cumplió siete en la cárcel de San Felipe, y por cierto, fue recordado por su mala conducta carcelaria, promoviendo incansablemente motines contra los gendarmes)...

En la época aún existía en Chile la pena de muerte, y el Tucho Caldera fue condenado a ella. Corría el año 1951 cuando por fin lo llevaron al paredón de fusilamiento. De manera desafiante, y con el carácter que le había acompañado toda la vida, gritó la siguiente bravata: "¡Aquí verán morir a un valiente!". Sin embargo, al poco, los esfínteres del valiente se relajaron, y el último acto en vida del Tucho Caldera, el psicópata mataanimales y descuartizapersonas, fue cagarse en sus pantalones.

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