Entre los escritores de sátiras, el irlandés Jonathan Swift es sin lugar a dudas uno de los más duros. Esto se debía en parte a un temperamento demoníaco, que atropellaba a todo y a todos, sin respeto alguno por las convenciones sociales, y sin temor tampoco a las consecuencias que pudiera traerle su falta de tacto. Hoy en día se le recuerda por su gran novela "Los viajes de Gulliver", pero en ese tiempo se le conocía también por otras anécdotas que le retratan de una manera bastante poco amable.
En uno de sus primeros escritos satíricos, publicado en 1708, las emprendió contra los astrólogos, a quienes persiguió como embusteros en un libelo llamado "Los escritos de Bickerstaff", en el cual se atrevía nada menos que a profetizar la muerte de Patridge, un popular hacedor de almanaques de la época; cuando éste mordió el anzuelo y replicó en su propio tono, Swift escribió otra diatriba en el cual probaba más allá de toda duda que Patridge estaba muerto, porque "ningún ser viviente había escrito jamás tonterías tan detestables"...
Entre 1724 y 1725 publicó siete panfletos, los cuales prefirió firmar con el seudónimo de "Pañero", por lo cual se los conoce como las "Cartas del Pañero". A tanto llegó su difusión, que los ánimos de los irlandeses contra los ingleses se enardecieron, y éstos, en represalia, ofrecieron 300 libras esterlinas a la persona que denunciara la identidad del Pañero. Al día siguiente, con la cara hinchada por la rabia, Swift ingresó al salón de recepción del gobernador, y se atrevió a increparle personalmente por querer ponerle precio a un hombre "cuyo gran delito es haber querido salvar al país". La benevolencia del gobernador salvó a Swift en esa ocasión; en los hechos, nunca se le formularon cargos o puso bajo arresto.
Era hombre soberbio y altanero, que en palabras de Hipólito Taine "no pedía, exigía". Apoyó a los Whig (los liberales) durante años, pero andando el tiempo, éstos no cumplieron con las promesas hechas a Swift. Enervado no tanto por las malas condiciones de vida como por la traición y por el orgullo acumulado, se pasó al bando opuesto, al de los Tories (los conservadores), y escribió la vertiginosa cantidad de cuatro mil panfletos en tres años, para vengarse de sus enemigos. Eso es espíritu de venganza, y no el de los superhéroes de historieta...
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