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domingo, 2 de septiembre de 2007

Ramón Barros Luco y su sandwich.


Ramón Barros Luco, Presidente de Chile entre 1910 y 1915, ha pasado a la Historia como el más inoperante en su cargo. Para su fortuna le tocaron buenos tiempos: el precio del salitre estaba por las nubes, y Chile era el único exportador mundial, máxime cuando estalló la Primera Guerra Mundial y era necesario abastecer de pólvora a Inglaterra y Francia. El país estaba tranquilo, y el movimiento obrero no se atrevía a levantar cabeza, después de las bárbaras masacres que la oligarquía y el ejército hicieron contra ellos en 1906 y 1907.

Por lo tanto, Ramón Barros Luco fue el Presidente de la inercia administrativa absoluta. Se dice que le recomendó a uno de sus subordinados, que estaba preocupado por un problema cualquiera:

- No se preocupe. El 90% de los problemas se resuelven solos, y el resto no tiene solución...

En otra ocasión dijo:

- Lo único definitivo en Chile son los puentes provisorios.

En una oportunidad en que se le dijo que los obreros y la policía se batían a tiros, preguntó:

- ¿Y quién va ganando?

Removió a un gobernador cualquiera, y éste envió un cable presionando: "El pueblo y las personas más importantes piden que me quede". La respuesta del Presidente:

- No les haga caso.

Su gran legado a la historia chilena fue gastronómico. Le gustaba muy en particular un sandwich de carne y queso caliente, y los lamebotas de rigor comenzaron a pedir "uno igual al de Barros Luco", razón por la que hasta el día de hoy se pide esta combinación en cualquier fuente de soda chilena como un "barros luco"...

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