Como su apellido lo sugiere ("Disraeli": "de Israel"), el destacado Primer Ministro inglés del siglo XIX, Benjamin Disraeli, era de procedencia judía. Su familia descendía de judíos arrancados desde la España del siglo XVI, y que se habían asentado en Holanda, desde donde habían saltado a Inglaterra.
Siendo el siglo XIX un tiempo en el cual todavía era más o menos de buen ver el antisemitismo, esta condición de descendiente de judío pesó bastante sobre el joven Disraeli. Pero por otra parte, éste no intentó ocultarla nunca. Por el contrario, la exhibió con cierto orgullo, como una especie de muestra de identidad personal.
En una ocasión, en el Parlamento británico, hubo quien intentó denigrar a Disraeli, descalificándolo por ser de ascendencia judía. El que hablaba era, por supuesto, un inglés de pura cepa. La contestación de Disraeli bastó para que nadie más intentara hacerse el guapo:
-Sí, soy descendiente de judíos, y mientras los antepasados de usted eran salvajes que vivían con hachas de piedra, mis antepasados judíos eran sacerdotes servidores del Templo de Salomón.
Si no fueron esas las palabras exactas, fueron muy similares. Y bastaron para ponerle punto final al asunto.
Siendo el siglo XIX un tiempo en el cual todavía era más o menos de buen ver el antisemitismo, esta condición de descendiente de judío pesó bastante sobre el joven Disraeli. Pero por otra parte, éste no intentó ocultarla nunca. Por el contrario, la exhibió con cierto orgullo, como una especie de muestra de identidad personal.
En una ocasión, en el Parlamento británico, hubo quien intentó denigrar a Disraeli, descalificándolo por ser de ascendencia judía. El que hablaba era, por supuesto, un inglés de pura cepa. La contestación de Disraeli bastó para que nadie más intentara hacerse el guapo:
-Sí, soy descendiente de judíos, y mientras los antepasados de usted eran salvajes que vivían con hachas de piedra, mis antepasados judíos eran sacerdotes servidores del Templo de Salomón.
Si no fueron esas las palabras exactas, fueron muy similares. Y bastaron para ponerle punto final al asunto.
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