Los Emperadores locos más conocidos son Calígula y Nerón, y gracias a la película "Gladiador", también Cómodo. Sin embargo, en la galería de emperadores locos romanos ocupa también un lugar relevante el Emperador Domiciano, quien gobernó entre 81 y 96.
Los delirios de grandeza de Domiciano eran sencillamente patológicos. Desde Augusto (31 aC a 14 dC), los Emperadores se habían conformado con el sencillo título personal de "princeps civium" ("el primero de los ciudadanos"), para mostrar su adhesión a los valores de la República (en las formas, al menos, que en el fondo no es por nada que la palabra cesarismo es sinónimo de autoritarismo). Pero Domiciano desechó este título, y prefirió llamarse a sí mismo "domine et deus" ("señor y dios").
Su biógrafo Suetonio, en las "Vidas de los doce Césares", menciona algunas crueldades varias de Domiciano: "dio también muerte a Salvio Coceyano por haber celebrado el nacimiento del Emperador Otón, tío suyo; a Mecio Pomposiano, por haber nacido bajo una constelación que, al decir de algunos, auguraba el Imperio, porque llevaba a todas partes con él un mapa del mundo y los discursos de reyes y grandes capitanes, extractados de Tito Livio, porque había, en fin, dado a esclavos los nombres de Magón y Aníbal; a Salustio Lúculo, legado en la Bretaña, por haber permitido que llamasen luculenas unas lanzas de forma nueva; a Junio Rústico, por haber escrito el elogio de Peto Traseas y de Helvidio Prisco y haberles llamado los más virtuosos de los hombres [estos hombres fueron antiguos conspiradores contra Nerón]. Hizo también percer a Helvidio hijo, con el pretexto de que en una representación intitulada París e Ione había censurado el divorcio del príncipe, y a Flavio, primo suyo, porque el día de los comicios consulares el pregonero, después de elegido Sabino, le proclamó, en vez de cónsul, emperador".
En el colmo de su paranoia, Domiciano llegó incluso a poner placas de mármol lustroso en las paredes de su palacio, para poder ver así como en un espejo lo que ocurría a sus espaldas.
También emprendió una dantesca persecusión contra los cristianos.
Finalmente, ya que ni sus propios parientes estaban seguros ante la ola de ejecuciones masivas que azotaba su reinado, Domiciano fue asesinado por un complot en que incluso su propia esposa estaba metida. Corría el año 96.
Su biógrafo Suetonio, en las "Vidas de los doce Césares", menciona algunas crueldades varias de Domiciano: "dio también muerte a Salvio Coceyano por haber celebrado el nacimiento del Emperador Otón, tío suyo; a Mecio Pomposiano, por haber nacido bajo una constelación que, al decir de algunos, auguraba el Imperio, porque llevaba a todas partes con él un mapa del mundo y los discursos de reyes y grandes capitanes, extractados de Tito Livio, porque había, en fin, dado a esclavos los nombres de Magón y Aníbal; a Salustio Lúculo, legado en la Bretaña, por haber permitido que llamasen luculenas unas lanzas de forma nueva; a Junio Rústico, por haber escrito el elogio de Peto Traseas y de Helvidio Prisco y haberles llamado los más virtuosos de los hombres [estos hombres fueron antiguos conspiradores contra Nerón]. Hizo también percer a Helvidio hijo, con el pretexto de que en una representación intitulada París e Ione había censurado el divorcio del príncipe, y a Flavio, primo suyo, porque el día de los comicios consulares el pregonero, después de elegido Sabino, le proclamó, en vez de cónsul, emperador".
En el colmo de su paranoia, Domiciano llegó incluso a poner placas de mármol lustroso en las paredes de su palacio, para poder ver así como en un espejo lo que ocurría a sus espaldas.
También emprendió una dantesca persecusión contra los cristianos.
Finalmente, ya que ni sus propios parientes estaban seguros ante la ola de ejecuciones masivas que azotaba su reinado, Domiciano fue asesinado por un complot en que incluso su propia esposa estaba metida. Corría el año 96.
Quizás faltó mencionar que a la muerte de Domiciano pesó sobre él una "Damnatio Memorae" (algo así como "Destrucción de los Recuerdos") efectiva, con destrucción de sus efigies y de las monedas que la tuvieran (se da el caso curioso que existen monedas con la figura de Domiciano borrada, pero con la imagen intacta de la emperatriz Domicia). Las imágenes que perviven proceden de las provincias más alejadas del Imperio, adonde la "Damnatio" no alcanzó a llegar...
ResponderBorrarMás bien "condenación de la memoria" o "condenación de los recuerdos", condenación un poco en el sentido de maldecir algo.
ResponderBorrarSegún cómo lo refiere Suetonio, parece que la condena oficial fue una reacción del Senado para neutralizar a los soldados que eran partidarios de Domiciano. Escribe Suetonio:
"La muerte de Domiciano, de la que el pueblo se enteró con indiferencia, llenó de ira a los soldados, que en el acto quisieron hacerle proclamar divino, y sólo les faltaron, para vengarle en seguida, jefes que quisieran conducirlos. Se cerraron, sin embargo, obstinadamente, en exigir el suplicio de los asesinos, y no tardaron en conseguirlo. Los senadores, por el contrario, se regocijaron en extremo; acudieron todos a la sala de sesiones y cada cual le prodigó, entre aclamaciones de los demás, las peores injurias. Haciendo llevar luego escalas, arrancaron sus bustos y los escudos de sus triunfos, haciéndolos pedazos contra el suelo y decretaron, por último, que en todas partes fueran borrados sus títulos honoríficos y abolida su memoria" (Suetonio, Vida de Domiciano, XXIII).
Está, entre los emperadores locos, Heliogábalo. Los romanos lo dejaron desgobernar durante 4 años. Dilapidó el erario público, hizo sentir a todos y cada uno de los habitantes de la ciudad vergüenza de ser llamados romanos. Pero no ordenó asesinatos de sus enemigos políticos. De eso se encargaron su madre, su abuela y sus tías, quienes eran las que en verdad gobernaban.
ResponderBorrarMurió asesinado junto a su madre y arrojados sus cadáveres destrozados al Tíber.
Buscaba la fecha exacta(dia y mes) de la autoproclamacion de Domiciano como "señor y dios", porque el año ya se sabe que fue en el 93 d.c. Agradeceria mucho a quien publicara el dato que tanto me importa saberlo.
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