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jueves, 13 de julio de 2006

Gracias a Tácito por Tácito.

Tácito, quien vivió a caballo entre los siglos I y II d.C., es uno de los más importantes historiadores de todos los tiempos. Sus libros, entre ellos las "Historias" y los "Anales", son importantísimas fuentes de información sobre Roma a inicios del Imperio Romano, tanto por la minuciosidad de su relato, como por su penetrante agudeza al interpretar los datos (aunque a veces peque de ser un tanto tendencioso). Pero la manera en que la obra de Tácito nos ha llegado a la posteridad, no tiene nada que ver con su calidad científica, sino con un inesperado accidente del destino.

Entre los años 235 y 284, el Imperio Romano se vio azotado por una terrible crisis política, en la que hubo más de una cincuentena de emperadores, a veces dos o tres de ellos reclamando al mismo tiempo el trono, enzarzados en una espantosa guerra civil. Uno de estos breves emperadores se llamó también Tácito, y no por casualidad, ya que era descendiente del historiador. En general, Tácito era un emperador más o menos competente, que trató de introducir algunas reformas en el sistema político, buscando limitar el poder del Senado, que en esa época luchaba a muerte por mantener sus privilegios a costa de todo el Imperio Romano. Fue asesinado al año siguiente de asumir el poder, luego de una gloriosa victoria militar.

Entre otras cosas, ordenó Tácito recopilar toda la obra histórica de su ilustre antepasado, la que volvió a ser transcrita. A partir de estas transcripciones es que Tácito se transformó en uno de los historiadores grecorromanos cuya obra es mejor conocida (a pesar de lo cual hay grandes vacíos en ellas, con texto faltante).

Bueno, gracias a Tácito el Emperador, y también a los monjes irlandeses del siglo VI, que después de la caída del Imperio Romano conservaron todos los textos latinos que tuvieron a su alcance, hasta que Europa se tranquilizara un poco de los revueltos tiempos bárbaros...

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