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jueves, 29 de junio de 2006

Los (disculpables) errores de Galeno.

Durante toda la Edad Media, la Medicina se enseñaba según el manual de Galeno, un romano del siglo II d.C. que llegó a ser médico de cabecera del Emperador Marco Aurelio. Como en esa época la enseñanza consistía en aprenderse lo que el maestro decía de memoria, nadie se había cuestionado mayormente si lo que aparecía en Galeno concordaba o no con la realidad. Hasta que los nuevos aires del Renacimiento, en el siglo XVI d.C., llevaron a algunos médicos a descubrir que las concordancias entre Galeno y la naturaleza no eran todo lo exactas que hubieran sido deseables para atender la salud de los pacientes.
El golpe de gracia a Galeno se lo propinó Andreas Vesalio, quien encontró de pronto la explicación a los errores que Galeno había cometido de manera un tanto inexplicable, toda vez que si se hubiera tomado la molestia de disecar un cuerpo humano, hubiera descrito las cosas de manera un tanto diferente. El suizo Vesalio un día cualquiera contempló en la Universidad de Basilea (en Suiza) el esqueleto de un gorila... ¡y descubrió que se ajustaba perfectamente a las descripciones de Galeno!
Hoy en día se sabe que Galeno, en la Antigua Roma, tuvo que ceñirse seguramente a la prohibición que existía de disecar cuerpos humanos. Por tanto, su mejor fuente de información era alguna clase de animal que se pareciera al ser humano, sin ser una persona propiamente tal: un gorila, por supuesto. Hizo entonces pasar sus observaciones sobre los gorilas como hechas sobre humanos, por lo que pasó entonces más de algún desliz, habida cuenta de que si bien el gorila y el ser humano se parecen bastante, hay más de algún aspecto en donde sus anatomías son distintas, aparte de las derivadas de las dimensiones corporales de cada especie.
Con su observación de que Galeno había trabajado sobre antropoides superiores y no sobre humanos, Vesalio terminó con el imperio de milenio y medio de médicos obtusos que trataban de ajustar la naturaleza a Galeno, en vez de Galeno a la naturaleza, e inició así la Medicina moderna. Sintomáticamente su trabajo máximo, "De humani corporis fabrica" ("De la fábrica del cuerpo humano") fue publicado en 1543, el mismo año en que Copérnico emprendía una revolución similar en la Astronomía.

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