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miércoles, 19 de abril de 2006

La dieta de los griegos.


En los primeros tiempos, los griegos comían carne a destajo. Como buenos pastores que eran, el asado era parte primordial de su dieta, como lo testimonia Homero. No en balde, los héroes homéricos se la pasan de barbacoa en barbacoa, entre medio de los combates...

Pero más tarde, cuando la población griega creció, las tierras tuvieron que ser usadas para la agricultura, y la carne, por consiguiente, se volvió muy cara. A la vez, los griegos, como pueblo con muchas costas, se volcaron al mar. Por eso en la época clásica (la de la construcción del Partenón, más o menos por ahí), el principal producto de consumo griego no era la carne roja, sino el pescado.

Lo acompañaban con el trigo, por supuesto, además de otra especialidad de lo que se ha dado en llamar la dieta mediterránea: las olivas o aceitunas. De los olivos, los griegos no sólo sacaban su fruto, sino también aceite con el que encendían sus lámparas.

En cuanto al vino griego, era bastante espeso, por lo que solían beberlo mezclado con agua. Los héroes griegos antiguos, para pasar el olor a carne de los asados, solían también echar resina de pino al vino, para que su sudor oliera después más agradable, costumbre que siguió persistiendo entre los griegos con posterioridad.

En cuanto a los espartanos, su dieta era algo aparte. El "plato nacional de Esparta", por llamarlo de alguna manera, era tan frugal y funcional como todo en la vida espartana. Se la llamaba la "sopa negra", y estaba hecha de (agárrense) tocino, sangre, vinagre y sal. Se la comían disciplinadamente en los cuarteles, sin queja alguna. Se cuenta que un ateniense, después de probar semejante brebaje, comentó: "Ahora sé por qué los espartanos no le temen a la muerte"...

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