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domingo, 30 de agosto de 2009

Productos típicos.


En la actualidad, en un supermercado cualquiera, aparecen a veces "productos exóticos" o "productos típicos" de otros países, como hortalizas o carnes de determinados animales o mariscos, en contraposición a los productos corrientes de todos los días. Pocos se detienen a pensar que determinados productos en realidad proceden de una región única del planeta, y que después el cultivo de la planta o la importación del animal respectivo, los hizo mundiales (eso, y la invención de los frigoríficos también). Así:

El tomate, la papa, el maíz, la quinoa, el chocolate, la vainilla, y el pavo, ninguno de ellos era conocido fuera de América antes del siglo XVI. Lo mismo ocurre con la práctica de mascar chicle o "goma de mascar", que es propia de Mesoamérica. O el fumar tabaco (tiene su gracia que Tolkien, medievalista profundo, pinte a sus hobbits como buenos fumadores de tabaco en pipa, cuando esto no existía en la Edad Media europea...).

En Europa, por su parte, frutas como las naranjas y los damascos eran originalmente desconocidos. El damasco llegó desde Oriente por la Ruta de la Seda, en la época helenística o romana, y se cultivó en Turquía. Las naranjas, por su parte, eran originarias de la India, y todavía en algunos idiomas (el alemán, por ejemplo) la etimología del nombre recuerda su origen oriental: y no entraron a Europa sino hasta que arribaron por el comercio marítimo con los musulmanes en el siglo XI. El té, cultivado inicialmente en China y Japón, y en la actualidad verdadera bebida nacional inglesa, fue desconocido en Europa hasta el siglo XVII, y sus primeros cargamentos se vendieron a precio de oro.

Las gallinas y los cerdos son chinos, y pasaron hacia Occidente con bastante dificultad (con todo, ya la Biblia prohibía la ingesta de cerdos a los hebreos, en el otro extremo de Asia). Todavía existen en algunas regiones de la jungla asiática, gallinas salvajes llamadas "bankivas".

Los caballos, por su parte, eran desconocidos en el Antiguo Egipto hasta la invasión de los hicsos, en el año 1.600 a.C. aproximadamente. Los hicsos eran indoeuropeos, procedentes de Asia Central, y allí fue donde se domesticó el caballo por primera vez.

El dromedario, animal tan identificado con el Desierto del Sahara, fue introducido allí recién en la época romana. Antes de eso, sólo existía en el Desierto de Arabia.

Todo eso, para que usted aprecie lo desabastecido que hubiera estado un supermercado romano, en relación a uno moderno, si es que en esa época hubieran existido éstos...

jueves, 27 de agosto de 2009

Anecdotario de la pizza.


La pizza tiene una larga y colorida historia. Como otros productos culinarios, es difícil rastrear sus orígenes, en particular porque la simplicidad de su fórmula básica (una base de masa con ingredientes horneados encima) permiten que pueda haber sido descubierta o redescubierta varias veces en forma independiente a lo largo de la Historia. Se ha dicho que los ejércitos de Darío el Grande, por ejemplo, la consumían. Pero la primera mención a la pizza como tal parece ser la de un manuscrito en la ciudad de Gaeta, en el sur de Italia, que data del año 997. La palabra pizza parece derivar del Latín "pinsere", que significa "presionar", pero otras teorías señalan conexiones de la misma con el Griego, con el Italiano Antiguo, e incluso con el Antiguo Alemán o el Arameo (algunos la relacionan así con el pan "pita").

La verdadera pizza es, por supuesto, la napolitana. La Unión Europea, en fecha reciente, decidió estipular una serie de condiciones para establecer que una pizza es "napolitana auténtica": no debe tener más de 35 centímetros de diámetro, la corteza no debe tener más de dos centímetros de grosor, debe incluir no cualquier tomate sino el de la variedad marzano, éste debe ser aplicado en forma espiral sobre la pizza... Pero eso no impidió que los inmigrantes italianos en Estados Unidos, a finales del siglo XIX, además de llevar la Mafia, importaran la pizza al país del Tío Sam, y los estadounidenses, siempre ávidos de hacer negocio, crearon sus propias variedades, y de paso inventaron el negocio de las cadenas de comida rápida en forma de pizzerías.

Pero la pizza napolitana no ha perdido un ápice de su prestigio. En 1997, un grupo de separatistas militantes del norte de Italia intentaron, como una manera de reivindicarse, lanzar un boicot contra la pizza. La respuesta del sur fue despreciativa en grado sumo: "Déjenlos comer polenta". En el norte de Italia es enormemente apreciada la polenta, una papilla de maíz que es considerada generalmente como pobre desde un punto de vista culinario. La paradoja es que Nápoles, la patria de la pizza, que es considerada la más famosa especialidad gastronómica italiana al lado de las pastas, es también una de las regiones más pobres de Italia, y en general el sur es más pobre que el industrializado (y empolentado) norte...

domingo, 23 de agosto de 2009

Giuseppe Verdi incursiona en el remake.

¿Quién dice que la industria del cine inventó el remake? En pleno siglo XIX, Giuseppe Verdi le daba al concepto de remake sin tapujos. Pero, eso sí, hizo remakes de sí mismo. Como Dimmu Borgir regrabando por segunda vez su "Stormblast". En fin. Y para no quedarse, Verdi no hizo el chiste una vez, sino dos. Eso, si no contamos con algunas otras obras suyas que no llegó tan lejos como para hacerles remakes, pero que sí afinó un poco por aquí y por allá después del estreno, cambiando algunos pasajes, pero conservando lo grueso, y lo más importante: el nombre.

La primera vez fue con "Los lombardos", como se suele conocer a lo amigo a la obra "I lombardi alla prima crociata" ("Los lombardos a la Primera Cruzada"). Esta había sido la cuarta ópera de Verdi, y había sido estrenada en Italia en 1843, con gran éxito de público, aunque esto tenía salero: resulta que los italianos se lo tomaron como un himno nacionalista, en que los chicos buenos eran los lombardos, y los malvados sarracenos eran un símbolo soterrado de los austríacos que en esa época dominaban todo el norte de la península. Pero cuando llegó a Francia, se encontró con que quizás el motivo nacionalista dejara fríos a los franceses. De manera que cambió cosas por aquí y por allá, afrancesando la obra, y estrenándola en 1847 como "Jérusalem". Pasó como ocurre con los remakes yankis de pelis europeas o asiáticas: la segunda versión resultó inferior a la primera, y los franceses no la recibieron mal, pero tampoco es que le cobraran cariño. Hoy en día, sólo los melómanos de pro conocen a Verdi hasta "Los lombardos", y sólo los más aguerridos llegan a acordarse de este remake verdiano.

Pero Verdi no aprendió. En 1850 estrenó "Stiffelio". La obra fue recibida con frialdad por los italianos. No ayudó demasiado que la trama versara sobre un pastor protestante metido con la esposa de otro, lo que obviamente (era el siglo XIX, recordemos) encendió la ira de los muy católicos italianos. Giuseppe Verdi se había quedado con la espina pasada, y reformateó completamente la obra, aunque conservando el argumento, si bien suavizándolo para que esta vez la censura fuera más benévola. La maniobra dio resultados, y "Aroldo" fue recibida con mayor entusiasmo. Aunque, por alguna razón que se me escapa (tampoco es que conozca yo en forma tan acabada la obra verdiana), con el tiempo ni "Stiffelio" ni "Aroldo" pasaron a formar parte de los Top Ten en materia de representaciones verdianas, ni siquiera en la doctísima Europa...

Ni qué decir que en ese ameboideo concepto que es el "conocimiento general", Giuseppe Verdi no es recordado hoy en día por ninguna de estas óperas, sino por la gran tríada que conforman sus "Rigoletto", "El trovador" y "La traviata".

jueves, 20 de agosto de 2009

Un poquito de inspiración para Giuseppe Verdi.


Hace una tonelada de tiempo atrás comentábamos en Siglos Curiosos que las gentes criticonas del cine de Hollywood por no tener ninguna idea original, suelen ignorar que el latrocinio de obras literarias para buscar escenificaciones es asunto de larga data, y que no pocas de las más importantes Operas son en realidad adaptaciones literarias, así como muchas pelis clásicas son también lo mismo. Y para abundar un poco más en el tema, centrémosnos en Giuseppe Verdi, sin lugar a dudas con Richard Wagner uno de los dos más grandes colosos de la Opera, y de los titanes de la Música Selecta en general, pero cuya operografía está compuesta de cualquier cosa, excepto de historias originales (bueno, eso es asunto no de Verdi, sino de sus libretistas, que los compositores de Opera no solían componer sus propios libretos). Hagamos, pues, un censo:

-- "Oberto" (1839). Probablemente original.

-- "Un giorno di regno" (1840). Basada en una obra teatral de Alexandre Vincent Pineu-Duval.

-- "Nabucco" (1842). Más o menos inspirada en la Biblia.

-- "I Lombardi alla primera crociata", a lo amigo llamada "Los lombardos" (1843). Basada en un poema épico de Tomasso Grossi.

-- "Ernani" (1844). Basada en el "Hernani" de Víctor Hugo.

-- "I due Foscari" (1844). Basada en una novela histórica de Lord Byron.

-- "Juana de Arco" (1845). Sí, esta ópera italiana es sobre el personaje histórico francés, pero según quiénes, mediatizado por un drama histórico del alemán Friedrich von Schiller... (su libretista lo negó, empero, todo sea dicho).

-- "Alzira" (1845). Basada en una obra teatral de Voltaire.

-- "Attila" (1846). Basada en una obra teatral de Zacharias Werner.

-- "Macbeth" (1847). ¿Necesito mencionar que el autor de la obra original era William Shakespeare, inspirado a su vez por hechos de la historia escocesa...?

-- "I masnadieri" (1847). Ahora sí indubitablemente basada en Friedrich von Schiller.

-- "Jerusalén" (1847). Remake de Verdi por Verdi: nueva versión de "Los lombardos".

-- "El corsario" (1848). Basado en el poema épico de Lord Byron.

-- "La battaglia di Legnano" (1849). Basado en una obra de Joseph Méry llamada... ¡"La bataille de Toulouse"! Convenientemente italianizada, suponemos.

-- "Luisa Miller" (1850). ¡Friedrich von Schiller al rescate otra vez!

-- "Stiffelio" (1850). Basada en una obra teatral de Emile Souvestre y Eugène Bourgeois.

-- "Rigoletto" (1851). Basada en una obra de Víctor Hugo otra vez (se dice que éste se disgustó tanto con el resultado, que consiguió demorar seis años su estreno en Francia, aunque después con el tiempo cambiaría de opinión).

-- "Il trovatore" (1853). Basado en la obra teatral del mismo nombre, del españolísimo Antonio García Gutiérrez.

-- "La traviata" (1853). Basada en la famosa "Dama de las camelias" de Alejandro Dumas (el hijo, no el padre).

-- "Las vísperas sicilianas" (1855). Acá la historia es un poco enrevesada. El libreto fue escrito por Eugène Scribe y Charles Duveyrier, pero para que la compusiera Gaetano Donizetti. Como Donizetti murió sin terminarla, se lo enviaron a Verdi. Años después, basados en los apuntes de Donizetti, su obra fue terminada, de manera que sobre este mismo libreto hay dos óperas distintas...

-- "Simón Bocanegra" (1857). Basado en una obra teatral del español Antonio García Gutiérrez... otra vez.

-- "Aroldo" (1857). Segundo autoremake verdiano, esta vez de "Stiffelio".

-- "Un baile de máscaras" (1859). Aunque basado en el asesinato del rey Gustavo III de Suecia, parece que la fuente original es una obra teatral (para variar) de Eugène Scribe.

-- "La fuerza del destino" (1862). Basada en "Don Alvaro, o la fuerza del sino", obra seminal del Romanticismo español, por el Duque de Rivas (aunque inspirándose en una obra anterior de Friedrich von Schiller, para que todo quede en familia...).

-- "Don Carlos" (1867). Basado en Friedrich Schiller... again.

-- "Aída" (1871). ¡Al fin! Una obra absolutamente original.

-- "Otello" (1887). Basado, después de varias décadas, en William Shakespeare.

-- "Falstaff" (1893). Basado, por tercera y última vez, en William Shakespeare.

Si han tenido la paciencia suficiente para leer hasta acá sin haberse saltado nada, pueden apreciar que Giuseppe Verdi (o mejor dicho, sus libretistas) adaptaron obras teatrales a destajo, quizás porque en ellas ya venía hecha la estructura dramática, y tan difícil no era entonces cambiar aquí y allá. Y que el favorito es, de lejos, el alemán Friedrich Schiller, que se murió con apenas 45 años, o si no, cuánto más no habría escrito para que le siguieran saqueando. Hay tres adaptaciones de William Shakespeare, y también adaptaciones de autores españoles. Y además, Verdi cuenta no con uno, sino con ¡dos! remakes de obras propias. Además, aparte de sus incursiones en Shakespeare, su brevísimo paso por el asunto bíblico, y algo más por ahí, casi todos sus adaptados son autores del Romanticismo, sea inglés, francés o alemán... Y por alguna razón, casi nada de Romanticismo italiano, pese a que Verdi era admirador profundo del escritor romántico italiano Alessandro Manzoni, y bien podía haberle retribuido con una adaptacioncita, ¿no?

domingo, 16 de agosto de 2009

La insólita caída del Fuerte Douaumont.


Lo que a continuación referiré, parece una historia de Chuck Norris, o alguna de esas americanadas que el cine de Hollywood vende de tarde en tarde. Pero sucedió en la Primera Guerra Mundial. En lo más álgido de la guerra de trincheras, en que ganar un palmo más o menos de terreno era empresa poco menos que imposible. Una de las posiciones claves para la línea de la Triple Entente en Francia era el Fuerte Douaumont: era una posición sólida y un nido de cañones de 75 y de 155 mm, que había quedado más o menos al socaire, con una treintena o cincuentena de hombres defendiéndolo, más o menos, debido a una falla en los servicios de comunicaciones. La orden de enviar más personal que reforzara el fuerte había sido dada, en efecto, pero en alguna parte de la cadena de comunicaciones interna del ejército francés, la orden se perdió, y el fuerte quedó abandonado con la guarnición que en ese minuto tenía.

Los alemanes, por su parte, sabiendo del valor estratégico del Fuerte Douaumont, ordenaron el 25 de Febrero de 1916 al 24° Regimiento de Brandenburgo, que avanzara hacia el Fuerte. El trabajo del sargento Kunze y la patrulla de diez hombres a su cargo, era abrir paso a las tropas de avanzada, removiendo obstáculos tales como alambres de púa y similares. En estos menesteres, llegaron casi a las inmediaciones del Fuerte. Kunze ordenó entonces hacer una breve inspección del mismo. Formaron una torreta humana para treparse por la tronera de uno de los cañones, y Kunze mismo, acompañado de dos de sus hombres, se infiltró en el interior y empezaron a recorrer los pasillos. Apenas se toparon con los cuatro artilleros franceses encargados del cañón de 155 mm., los arrestaron. Cuando salieron a un patio, los prisioneros se las arreglaron para escapar, pero Kunze, en vez de dispararles, se dirigió a un barracón en donde se encontró con una veintena de oficiales franceses: sin perder la serenidad, los arrestó y trancó la puerta por afuera.

Al poco rato llegó el Lugarteniente Radtke con sus tropas. Los hombres de Kunze avisaron a Radtke de lo que estaba pasando, pero cuando éste se apersonó, ya el sargento tenía la situación resuelta. Kunze, Radtke y otros oficiales más aprovecharon entonces, luego de consolidar la ocupación, para merendarse una bien ganada cena, con las provisiones del Fuerte. En toda la jornada, no se había disparado un solo tiro, y la única baja registrada fue un soldado alemán que se hirió la rodilla por error.

Como el Fuerte Douaumont ocupaba una posición clave dentro de la región clave de Verdún, los franceses tuvieron que abocarse de inmediato a la tarea de recapturarlo, o de lo contrario probablemente los alemanes aprovecharían la cuña para quebrar la línea defensiva francesa. Desde Mayo comenzaron las operaciones para ello, con una serie de asaltos frustrados. Fue finalmente el heroísmo del Regimiento de Infantería Colonial de Marruecos el que consiguió la hazaña, el 24 de Octubre de 1916, pero a un precio exhorbitante: la friolera de 10.000 vidas perdieron las tropas francesas en revertir lo que Kunze había logrado sólo con un par de hombres y armado con un vulgar rifle.

jueves, 13 de agosto de 2009

Detener al Goeben.


La guerra es el reino de la falta de certezas. Los militares deben tomar decisiones complicadas, con falta de antecedentes, muchas veces con órdenes imprecisas o ambiguas. Y estando en juego las vidas de hombres, incluso la de quien comanda, no pocas veces los comandantes optan por el camino fácil de no arriesgarse a la batalla. Esto parece haber ocurrido con Ernest Troubridge en la Primera Guerra Mundial. Tipo querido, no demasiado engreído, Troubridge seguramente era simpático como superior, pero no el mejor individuo para liderar una guerra. Veamos.

El 30 de Junio de 1914, el Almirante Milne en Malta recibió órdenes un poco confusas de parte del Almirantazgo. Se le advertía que la guerra se avecinaba, que Alemania había recibido un ultimátum, y que prestara atención al crucero alemán Goeben, que viajaba con el Breslau, un crucero de bolsillo que le servía de escolta. El almirante alemán Souchon iba a Constantinopla, y bien sabía que apenas pasara la medianoche caería el ultimátum, y los británicos le atacarían, de manera que le puso prisa a sus dos naves. Los únicos que podían interceptarlos era una flotilla de cuatro cruceros acorazados, comandados por Ernest Troubridge, y que estaban apostados allí para vigilar la entrada al Mar Adriático.

A comienzos de Agosto, Troubridge recibió instrucciones de avanzar contra el Goeben, siempre respetando aquello de no atacar a fuerzas superiores. Sus cuatro naves eran cada una inferiores al Goeben, pero entre todas sumaban 3165 kilogramos de potencia de fuego de costado, con cañones de 23 cms, frente a los 3100 que sumaban los cañones de 28 cms del Goeben. En lo único que los británicos eran inferiores, es que su blindaje era de 15 centímetros, frente a los 28 del crucero de combate. Con todo, aún así existía posibilidad, si no de hundir al Goeben, por lo menos de causarle daños suficientes como para impedirle seguir operando en el Mediterráneo. Troubridge enfiló para atacar al Goeben, pero en la noche, una conversación con Fawcet Wray, el capitán de banderas, le convenció de que el ataque era del todo inútil. Con lo que el Goeben siguió adelante con sus operaciones sin siquiera tener que defenderse en batalla...

Troubridge fue llevado a corte marcial, por supuesto, en Noviembre de 1914. Su abogado defensor convenció a la corte marcial, utilizando las instrucciones dadas a Milne, de que Troubrigde obedecía escrupulosamente las órdenes porque el Goeben era técnicamente la única fuerza superior existente en el Mediterráneo, y gracias a ello consiguió que lo exculparan. Aunque su honor militar nunca se recuperó, sin importar que alegara en juicio que estaba conflictuado entre su "deseo natural de luchar" y el cumplimiento de las órdenes que supuestamente le impedían hacerlo... En cuanto al Goeben, no sólo consiguió escapar al cerco británico y causarle interminables pesadillas a los británicos en el Medio Oriente, sino que sobrevivió a la Primera Guerra Mundial, además de a la Segunda... Y fue desguazado recién en 1960, 49 años después de haber sido botado a las aguas.

domingo, 9 de agosto de 2009

Hábleme de la tiotimolina resublimada.


En sus Memorias, Isaac Asimov se confiesa como poca cosa en materia de investigación, y defiende ser mejor expositor y divulgador de la Ciencia, que innovador de la misma. Lo que tampoco está mal. Pero una de esas consecuencias, fue que Asimov debió pasar por un infierno a la hora de escribir su tesis doctoral. Para peor, entre terminar su carrera e iniciar la tesis, por su enrolamiento en el Ejército, por sus responsabilidades laborales y por su matrimonio, habían pasado cuatro años, en los cuales Linus Pauling había reformulado por completo las bases de la Química introduciendo la Mecánica Cuántica en la misma. Es comprensible que Asimov, completamente perdido en su propio trabajo, escribiera la tesis un tanto a disgusto.

Estaba trabajando Asimov un día con una substancia llamada catecol, muy soluble al agua, cuando de pronto se preguntó qué pasaría si se disolviera una fracción de segundo ANTES de tocar el agua (una imposibilidad física en principio, claro, pero aunque esta pregunta no le sirviera al químico en Asimov, al escritor de Ciencia Ficción en él quizás sí). Enojado por tener que escribir su tesis de un modo, en sus palabras, "rígido y anormal (incluso estúpido)", escribió una parodia de tesis que llamó (la traducción es mía y libre) "Las propiedades endocrónicas de la tiotimolina resublimada".

En esa época, Asimov vendía sus cuentos principalmente al editor John W. Campbell, y le presentó igualmente su parodia. Campbell accedió a publicarla ("él no se oponía a publicar de vez en cuando un artículo burlesco", escribe Asimov). Asimov le pidió que la publicara, eso sí, bajo seudónimo. Apareció en el número de "Astounding Science Fiction" de marzo de 1948, poco antes de la disertación doctoral... y no con el seudónimo sino con el nombre del autor. Aunque en esa época la Ciencia Ficción no era exactamente un género respetable aún, la Facultad de Química de la Universidad de Columbia terminó por enterarse, y Asimov tuvo motivos más que suficientes para ponerse nervioso. Pasó Asimov por la exposición oral, temiendo lo peor. Se hicieron las preguntas de rigor. Entre ellas, un profesor dijo:

-Señor Asimov... ¿podría decirnos algo sobre las propiedades termodinámicas de la tiotimolina resublimada...?

Asimov estalló en una risa histérica, en la seguridad de que no estarían bromeando así en caso de suspenderlo. A la salida de aquél salón, Isaac Asimov ya era formalmente el Doctor Asimov. A pesar de las propiedades endocrónicas de la tiotimolina resublimada. O quién sabe, a lo mejor por ellas mismas, que a algún profesor, en una de las tantas, le hicieran gracia...

NOTA DE SIGLOS CURIOSOS: Este posteo está dedicado a la memoria de Sergio Meier Frei (1966-2009), escritor chileno de Ciencia Ficción.

jueves, 6 de agosto de 2009

Bombas nucleares para demoler asteroides.


Gracias a películas como "Armagedón" e "Impacto Profundo", la idea de destruir a pepinazos nucleares un asteroide, como medida de seguridad para evitar que alguno de ellos impacte y arrase la Tierra (bueno, la civilización humana al menos) es un lugar común de la cultura popular. No corresponde hablar aquí de las dificultades técnicas de la empresa (esto es Siglos Curiosos y no High-Tech Curioso), pero nos referiremos brevemente a los peculiares orígenes de la idea.

La bomba nuclear fue diseñada, por supuesto, como arma de guerra, pero debido a que su uso era un poco complicado (por el casi insignificante detalle de que quien dispara primero muere segundo por el ataque de represalia), se fueron acumulando en los silos y bodegas nucleares, producidos con la esperanza de no ser usados jamás, y por lo tanto, siendo un desperdicio de recursos a medida que caían en la obsolescencia. Las superpotencias, por lo tanto, decidieron explorar las posibilidades de uso pacífico de la energía nuclear (de las bombas atómicas acumuladas y en curso de obsolescencia, entiéndase).

A mediados de la década de 1970, el técnico ruso Vadim Simonenko recibió el encargo de explorar los usos pacíficos de la bomba nuclear. En aquellos años se hablaba sobre la posibilidad de usar explosiones atómicas en labores de excavación (nivelar montañas, cavar canales...). Podía usarse para ello un dispositivo con forma de torpedo, que por su forma tendía a concentrar la energía de la explosión en forma lateral, algo ideal para excavaciones. La idea demostró, a la larga, ser poco viable, probablemente por lo impracticable que habría de quedar el terreno debido a la radiación subsiguiente. Después, la Unión Soviética cayó, y las investigaciones en el rubro cesaron. Pero Vadim Simonenko encontró tiempo para reflexionar sobre el problema de los asteroides. De esta manera, diseñó dos estrategias para combatir asteroides. Para los más grandes bastaría con detonar una carga nuclear en su superficie para desviar su órbita. Para una roca espacial más pequeña: "Sería más sencillo, la vaporizamos".

Por supuesto que el trabajo de Simonenko no es único, y se han hecho trabajos similares del lado estadounidense de la Guerra Fría. Puede afirmarse así que la técnica para liquidar un asteroide asesino en curso de colisión con la Tierra existe (si bien sería enormemente cara, claro está). Pero hay otros problemas subsiguientes. En 1966 entró en vigencia el Tratado del Espacio Exterior, que prohibe entre otras cosas la nuclearización del espacio extraplanetario. Lanzar una bomba atómica contra un asteroide implicaría infringir el tratado, algo necesario para la supervivencia humana, pero muy malo para un escenario de "el día después", por aquello de la política (¿en qué quedaría el tratado después?). Quizás algún día esto pase, y surja de aquí un poco más de material para Siglos Curiosos...

NOTA DE SIGLOS CURIOSOS: Este posteo está dedicado a la memoria de Sergio Meier Frei (1966-2009), escritor chileno de Ciencia Ficción.

domingo, 2 de agosto de 2009

Los dioses griegos y romanos en nuestro idioma.


Siguiendo el hilo del posteo sobre lugares griegos que han devenido en palabras comunes, o el sobre personajes históricos que se transformaron en palabras comunes, o el de otros personajes transformados en adjetivos, ahora echaremos un repaso a los dioses griegos y romanos cuyos nombres se conservan en palabras de uso cotidiano hoy en día... muchas veces sin que nos demos cuenta. Dejaremos fuera, por supuesto, a los dioses que en realidad son personificaciones de fenómenos naturales y que por tanto no tienen un nombre propio sino que adoptan la palabra griega respectiva (por ejemplo Hipnos el dios del sueño, o Eros el dios del amor). La lista, sin pretensiones de exhaustividad, nos queda entonces así:

-- AFRODISÍACO: Las substancias que mejoran el deseo o la potencia sexual, reconocen su ligazón con Afrodita, la diosa griega del amor, que contrario al concepto casto y puro del amor cristiano, no era para nada una mojigata (no sólo promovía el amor por ahí como una descocada, sino que también le ponía los cuernos al dios del fuego con el dios de la guerra, miren qué zor...).

-- APOLÍNEO: La tendencia a la perfección y a lo sublime, fue ensalzada por Friedrich Nietzsche, asignándole el nombre del dios griego Apolo, que lo era del Sol, de la luz, y del conocimiento y la razón ("logos").

-- ATENEO: Aunque esta palabra huele a naftalina, digamos que ateneo es simplemente una agrupación científica o literaria. Y derivan, por supuesto, de la diosa griega Atenea, que lo era del conocimiento y la sabiduría.

-- ATLAS: El pobre gigante que debía sostener sobre sus hombros la bóveda celeste, ganó así para su nombre dos sentidos. El primero y más obvio, es el de los libros de mapas. El segundo, bastante lógico si uno piensa que atlas era prácticamente una columna viviente, es la primera vértebra vertical, también llamada "atlas", y que debe sostener el cráneo sobre sí...

-- BÁQUICO: Baco, el dios romano del vino, quedó así eternamente ligado al dulce jugo de la vid, como lo hubieran llamados los poetas del Siglo de Oro Español.

-- DIONISÍACO: Seguimos con Friedrich Nietzsche, que como contrapunto a lo "apolíneo", llamó la tendencia a lo vulgar, lo profano e irracional, con el alegre y siempre festivo dios griego del vino, Dionisos.

-- EÓLICO: La energía eólica, tan de moda hoy en día, le debe su nombre a Eolo, el dios griego de los vientos.

-- HERMÉTICO: Durante mucho tiempo, se consideró al dios griego Hermes (el Mercurio romano, que lo era del comercio y de los ladrones, quizás no por coincidencia...) como depositario de la sabiduría antigua, equiparándoselo a Toth, el dios de la sabiduría egipcia. De ahí que el conocimiento esotérico, el que sólo estaba disponible para los iniciados y no para todo el mundo, fuera "hermético". Es ciertamente una degradación del lenguaje que antaño "hermético" se refiriera a conocimientos iniciáticos de una secta semifilosófica, mientras que hoy en día se suele usar en prosaica referencia a las conservas con fruta en almíbar, o a los frascos de mayonesa...

-- MARCIAL: Debo confesar que en este caso ignoro si fue antes el dios que la palabra, o la palabra que el dios. Pero lo "marcial", o sea, lo relativo a la guerra, se relaciona con Marte, el dios romano de la guerra. Claro que, por alguna razón, tratándose del planeta Marte, el adjetivo respectivo fue reemplazado por "marciano".

-- MUSEO: Los museos derivan su nombre del Museum de Alejandría, un establecimiento fundado para las investigaciones científicas de la época, que a su vez derivó su nombre de las Musas, las protectoras griegas de la actividad científica y artística.

-- NEPTÚNICO: En Geología, un terreno neptúnico es el que tiene formación sedimentaria. Como el nombre lo dice, estos tipos de terreno o de rocas se forman por la sedimentación del material en un medio acuático, por lo que aplicarles el nombre de Neptuno, el dios romano del mar, suena bastante razonable.

-- PLUTONISMO: La escuela de pensamiento geológico según la cual la Tierra le debe su forma primordialmente a los volcanes y la actividad ígnea interna de la Tierra, le debe su nombre al dios romano Plutón, que lo era de los infiernos y el inframundo. Debemos recordar que en la Mitología Grecorromana, los infiernos estaban literalmente por debajo de la Tierra, lo que explica esta conexión.

-- SATURNINO: Una palabreja de ratón de biblioteca, vale, pero la RAE la acepta, y a ella nos atenemos. Saturnino es "dicho de una persona: triste y taciturna". Características bien asociables a Saturno, el dios romano del Tiempo, el que generalmente se lo representa de manera muy melancólica (cuando no está comiéndose a su progenie, el muy caníbal).

-- VENÉREO: Una enfermedad venérea es la que se transmite por vía sexual, y este nombre no es casual, porque venéreo se refiere a Venus, la diosa romana del amor y plagi... perdón, contraparte de la diosa griega Afrodita. Por alguna razón que se me escapa, y un poco a la manera de lo ocurrido con Marte, a la hora de referirse al planeta Venus, la palabra "venéreo" fue reemplazada por "venusino".

-- VULCANIZACIÓN: El caucho era una substancia básicamente intratable, hasta que Charles Goodyear desarrolló un procedimiento práctico para tratarlo, mediante el fuego y el uso de sulfuros. Debido a esto, le dio al procedimiento el nombre del dios romano del fuego, que era Vulcano (éste dio también nombre, antes de al famoso planeta ficticio de Star Trek, a un hipotético planeta intramercuriano, historia ya posteamos en Siglos Curiosos).

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