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domingo, 30 de marzo de 2008

¿Lloró Julio César...?

Hay una célebre anécdota sobre Julio César, que lo pinta llorando porque cuando tenía 33 años (la edad en que murió Alejandro Magno), César no había hecho nada mientras que Alejandro había conquistado el mundo. Cierto es que la gran carrera política de César empezó después del Segundo Triunvirato (es decir, pasada la cuarentena de César), ya que de ahí se lanzó a las guerras de las Galias, luego a la guerra civil, y a la dictadura, después de lo cual fue asesinado. Pero la anécdota tiene otro componente interesante, y es cuán imperfecto es nuestro conocimiento histórico sobre el pasado, porque tenemos dos testimonios sobre este supuesto llanto de César, y ambos se contradicen entre sí.

Uno de ellos es de Suetonio. Refiere Suetonio que, siendo César cuestor en España, pasó delante de una estatua de Alejandro Magno, y a la vista de ésta, se echó a llorar. El otro relato es del historiador griego Plutarco, quien dedicó una de sus 46 "Vidas Paralelas" a la biografía de Julio César; y en ella refiere que César estaba descansando de los trabajos de la pretura (nótese que ya no es cuestor sino pretor), cuando estalló en llanto mientras leía una biografía de Alejandro Magno. Por cierto, Plutarco no nos informa de qué biografía se trataba.

A pesar de que tanto Suetonio como Plutarco nacieron unos cien años después de Julio César y escribieron de manera más o menos contemporánea, es posible que el testimonio de Suetonio sea más creíble, porque Julio César tenía en efecto 33 años cuando era cuestor, mientras que era algo mayorcito cuando fue pretor. Sin embargo, si ambos historiadores estaban igualmente distantes de la anécdota que referían, ¿qué hace pensar que Suetonio estaba mejor informado que Plutarco...? Obviamente se trata de una anécdota, sin excesivo valor para el estudio de la historia, las instituciones o el modo de vida de los romanos, pero algo dice sobre las dificultades que entraña reconstruir el pasado a partir de testimonios fragmentarios e inconexos, y muchas veces, quién puede saber cuán fiables...

jueves, 27 de marzo de 2008

Asunto de cabeza.


A veces, la evolución idiomática puede llevar a rumbos casi inesperados. El idioma castellano, como buena lengua romance, ha evolucionado desde el latín, pero a veces, ciertas raíces lingüísticas han tenido aplicaciones un tanto extrañas a su sentido original. Es el caso, por ejemplo, de la palabra latina "caput", que significa "cabeza", que hoy en día puede reconocerse como antecedente de varias palabras.

La más obvia es, por supuesto, "cabeza". Sin embargo, también se usa el derivado latino "capita" (se lee "cápita"). Así, por ejemplo, en Economía se habla de "ingreso per capita" o "renta per capita", lo que es una medida de la riqueza general de la sociedad, ya que mide el ingreso bruto total de una sociedad, dividido por la cantidad de personas en la misma, sacando así la cantidad de riqueza promedio de éstas. "Ingreso per capita" significa literalmente "ingreso por cabeza", o sea, por persona.

Otro uso es la palabra "capital". La capital de un Estado es la cabeza del mismo, y "capital" viene de "capita". Pero no es el único uso. En Economía, una vez más, capital tiene al menos un par de usos (en realidad son más, pero esto es por simplificar). Cuando se hace un préstamo, se cobra no sólo el préstamo mismo, sino también una cantidad de dinero adicional, que compensa el riesgo de que el deudor en definitiva no devuelva lo prestado; lo primero es el "capital" (otra vez de "cabeza", porque metafóricamente es la cantidad de dinero que "encabeza", por así decirlo, el listado de dineros que deben pagarse en una deuda), y lo segundo es el "interés" (interés porque es la cantidad de dinero que el deudor está dispuesto a sacrificar en aras de sus ansias por obtener el préstamo, mientras más alto, más "interesado" se supone al deudor en el préstamo). El segundo uso de "capital" es como más o menos sinónimo de patrimonio (no son exactamente lo mismo, pero para efectos didácticos los asimilaremos), y así decimos que una persona acaudalada tiene un gran capital.

En Arquitectura tenemos otro uso, cuando nos referimos al "capitel", que es la parte de la columna que encabeza ésta.

Por otra parte, la pena de muerte es la "pena capital", bien sea porque en muchas culturas (incluyendo la romana) una forma de ejercerla era haciendo perder la cabeza de la persona (lo que hace surgir la palabra "decapitación", que también deriva de "caput"), como también por ser la más importante de las penas posibles. Igual cosa pasa con los "pecados capitales", llamados así por ser los más importantes, y por ende, ir encabezando a los restantes.

domingo, 23 de marzo de 2008

Wall Street y los bulevares franceses.


¿Qué tienen en común los anchos y espaciosos bulevares franceses, y la calle Wall Street en Nueva York? La respuesta: etimológicamente, ambas recuerdan el hecho de haber sido alguna vez el límite de la ciudad. La explicación es la siguiente.

En las megalópolis modernas, el perímetro urbano clásico y preindustrial de las ciudades ha sido varias veces sobrepasado (por no hablar de que varias ciudades antiguas separadas se han ido unificando en grandes conurbaciones). De este modo, las calles que eran la frontera de la ciudad, en la actualidad están enclavadas en el interior de las mismas. Antaño, en los tiempos medievales o modernos, cuando las ciudades crecían a paso de caracol, los habitantes de las mismas llamaban a las calles con los nombres más obvios posibles. De ahí que las calles fronterizas de la ciudad se llamaran coloquialmente la Calle del Muro, o algo así, porque todas las ciudades de la época, y esto hasta la Revolución Industrial, eran rematadas con murallas.

En Nueva York, la primitiva empalizada que protegía a los colonos ingleses de los ataques indígenas era precisamente la Calle del Muro, la actual Wall Street. En Londres, esto también es visible en la calle llamada London Wall (literalmente "Muralla de Londres"), la cual rememora al muro que los romanos construyeron para defender a Londinium, hace la friolera de dos milenios atrás. Existe también en Londres el Barbicane Estate, hoy en día importante barrio comercial y financiero, y cuyo nombre alude a las barbacanas que protegían al Londres medieval (una barbacana es básicamente un puesto de avanzada o una galería fortificada).

La conexión con los bulevares es un poco más lejana. Hoy en día, la palabra bulevar tiene reminiscencias a las anchas avenidas del París de la Belle Epoque, con caballeros vestidos de levita paseando a damas ataviadas con guantes y quitasol. Sin embargo, esta imagen de París data apenas desde los tiempos de Napoleón III (Emperador entre 1852 y 1870), que remodeló por completo el centro de París. Antes de Napoleón III, París era una ciudad de callejuelas estrechas, más propio de las aventuras de los Tres Mosqueteros o de "Los miserables" de Víctor Hugo. Y el término "boulevard" ya existía en lo urbanístico, porque ésta, en francés, significa precisamente "fortificación"...

jueves, 20 de marzo de 2008

Udaipur la inexpugnable.


Si hubiera que elaborar el ranking con las ciudades históricas más inexpugnables (por medios militares, se entiende), la ciudad indostánica de Udaipur debería ocupar uno de los lugares más prominentes. Nunca esta ciudad pudo ser tomada por medios militares. Ni el Imperio Mogol de la India, ni su sucesor el Raj Británico, consiguieron la hazaña de conquistarla, y permaneció virtualmente independiente hasta su anexión a la moderna India, en 1947.

Lo curioso es que a pesar de ser la ciudad más inexpugnable de la región rajputa, la capital del reino de Mewar no estaba allí, sino en la vecina ciudad de Chittor (llamada actualmente Chittorgargh, que puede traducirse como "Fuerte Chittor"). Chittor era una ciudad fuertemente amurallada, pero terminó cayendo en 1568, bajo el asedio de Akbar, el Emperador mogol que inaguró la edad de oro de los mogoles en la India. Akbar prohibió a los príncipes rajputas de Mewar reinstalarse en Chittor o fortificarla, y por lo tanto, éstos optaron por desplazarse a Udaipur.

A la larga, una medida que se suponía era tendiente a aplastar el poder de los rajputas de Mewar, en realidad los benefició. Ubicada en las estribaciones montañosas del oeste de la India, Udaipur es básicamente un agujero en el suelo. El fondo del valle es tierra fértil, rodeado por un anillo de montañas casi inexpugnable. Los rajaes de Udaipur sólo tuvieron que crear algunas murallas por aquí y por allá, cercando los espacios abiertos entre montaña y montaña, y quedaron perfectamente cercados. El toque maestro fue la creación, dentro del perímetro, de lagos artificiales que proveyeron de agua a Udaipur. El resultado es que dentro del perímetro montañoso, Udaipur era una fortaleza que contaba con su propia provisión de alimentos y agua, y por tanto no podía ser reducida por hambre y sed, mientras que fuera del perímetro, cualquier ejército sitiador debería enfrentarse a ambas calamidades, ubicados los dominios de Mewar como lo estaban en plena cordillera.

Auranzgeb, el biznieto de Akbar, intentó acabar con el poder de Udaipur, así como su bisabuelo había hecho lo propio con el de Chittor. Y fracasó miserablemente. De esta manera, el gran éxito de Akbar le aseguró al reino de Mewar virtualmente medio milenio de existencia adicional. En 1911, cuando la capital del Imperio Británico de la India fue trasladada de Calcuta a Delhi, los señores de la guerra de Udaipur fueron los únicos que no fueron a rendir pleitesía al virrey en su nuevo asentamiento. En 1947 se integraron a la India, únicamente bajo su propio consentimiento, y pasaron a formar parte del estado de Rajastán.

domingo, 16 de marzo de 2008

Koh-i-Noor.


El Koh-i-Noor es uno de los diamantes más reputados de la Historia Universal. Sus orígenes son desconocidos, su prestigio inconmensurable, y su valor es incalculable. He aquí su historia.

Nadie conoce a ciencia cierta el origen del Koh-i-Noor, ni siquiera la época de su confección. Reza la leyenda que tiene la friolera de 5000 años de antigüedad, y su primer dueño habría sido nada menos que el dios Krishna, pero que éste lo perdió porque se lo robaron mientras dormía. De todas maneras, el Emperador mogol Babur, que conquistó Delhi en 1526, y cuyas memorias son una de las fuentes más confiables sobre la Historia de la India, menciona que el rey Aladino la tomó para sí luego de saquear la ciudad de Malwa, en el año 1304, y ésta es la referencia confiable más antigua sobre la piedra en cuestión.

La piedra pasó entonces por las manos de los distintos Emperadores Mogoles de la India, hasta que el país fue conquistado por el guerrero afgano Nadir Shah en 1739. Dice otra leyenda que, para hacerse con el Koh-i-Noor, recurrió a una estratagema. Resulta que el diamante, se dice, estaba escondido en el turbante de Mohammed Shah, el Emperador Mogol, de manera que Nadir Shah sugirió que, como muestra simbólica de hermandad después de la guerra, ambos gobernantes debían cambiar de turbantes; como Mohammed Shah no podía rehusarse sin provocar de nuevo las hostilidades (que había perdido), no tuvo más posibilidad que acceder. Cuando Nadir Shah, más tarde, registró el turbante, quedó tan extasiado con el diamante que encontró, que habría exclamado "¡Koh-i-Noor!" ("Montaña de Luz", en hindi), obteniendo así su nombre.

Después de pasar por varias manos, el diamante reposa actualmente en la Corona Británica, junto con otros 2000 diamantes, y por tanto, fue usada en la coronación de varios reyes, incluyendo a Isabel II de Inglaterra. Llegó hasta allí después de que las tropas británicas saquearan la ciudad de Lahore (1849), y encontraran la piedra en su tesorería, tomándola como botín de batalla, por las "molestias" de haber reprimido una revuelta de los sijs. Actualmente pesa unos 105 carats (algo más de 20 gramos), aunque en su tiempo se dijo del Koh-i-Noor ser el diamante más grande del mundo; tenía 186 carats cuando fue poseído por los Emperadores Mogoles, y se reputa que llegó a tener unos fabulosos 793 carats (casi 160 gramos). Y, como peso invisible adicional, a semejanza de otras piedras, carga consigo con una leyenda negra, una maldición, que trae infortunio a varios propietarios. Coincidencia o no, muchos dueños del Koh-i-Noor han tenido vidas trágicas y muertes crueles...

jueves, 13 de marzo de 2008

El polo vagabundo.

El Polo Norte geográfico es el punto en el cual el Eje Terrestre (la línea imaginaria que cruza el centro de la Tierra, y alrededor de la cual rota el planeta) emerge desde el interior hacia el exterior del planeta. No pocas veces se piensa que la brújula apunta hacia éste, pero eso no es así. La brújula se guía por el magnetismo de la Tierra, y éste no se relaciona con la rotación de ésta, sino con los movimientos y convecciones del poderoso núcleo terrestre, que al ser en buena parte ferroso, genera el campo magnético terrestre. Por tanto, el Polo Norte geográfico y el Polo Norte magnético no necesariamente tienen que coincidir, y de hecho no coinciden.

Se sabe, por el estudio de los sedimentos marinos, que el Polo Norte magnético se desplaza a lo largo de la Tierra, y que se han producido inversiones magnéticas de la Tierra, de manera que el Polo Norte magnético ha coincidido a veces con el Polo Sur geográfico. Menos conocido es el hecho de que estos movimientos se han producido no sólo en escala geológica, sino incluso en el breve espacio de tiempo que ha ocupado el ser humano sobre la Tierra... incluyendo nada menos que la última centuria.

Un oficial de la Royal Navy (la Armada de Inglaterra) llamado James Clark Ross emprendió en el siglo XIX cuatro expediciones hacia las por entonces inexploradas tierras árticas. En una de ellas, en 1831, le cupo el honor de descubrir el Polo Norte magnético, localizándolo en el continente norteamericano, concretamente en Canadá, algo por encima del Círculo Polar Artico (aproximadamente 70° Norte y 95° Oeste). En 1904, el noruego Roald Amundsen (conocido porque años después competiría con Robert Falcon Scott en la carrera por llegar al Polo Sur) emprendió su propia expedición al Artico, y reportó un hecho inquietante: el Polo Norte magnético se había desplazado levemente por el continente hacia el norte.

En 1948, Canadá empezó a realizar mediciones regulares para determinar la posición del Polo Norte magnético. Para esas fechas, éste había abandonado el continente propiamente, y se había asentado en la Isla del Príncipe de Gales, aproximadamente a 73° Norte y 100° Oeste (o sea, tres grados al norte y cinco al oeste de las mediciones de 1831). Y fue el comienzo. En 1972, el Polo Norte magnético estaba sobre la Isla de Bathurst, y en 1994 sobre la Isla Ellef Ringnes. O sea, en los 46 años entre 1948 y 1994, se había deslizado más distancia que durante todo el siglo anterior, alcanzando casi el paralelo 80° Norte, y acercándose a los 105° Oeste. Para el año 2005, el Polo Norte magnético ya había abandonado incluso el archipiélago norteamericano, y se había adentrado derechamente en el Océano Glaciar Artico. Esto suma un movimiento de aproximadamente 1100 kilómetros (la distancia entre el Polo Norte geográfico y el Ecuador es de aproximadamente 10000 kilómetros), el más grande desde el siglo XV a lo menos.

Curiosamente, la única gran complicación que hubiera podido causar este desplazamiento, ya no es tal. Sucede que el desplazamiento del Polo Norte magnético incide en la formación de auroras boreales, y con ello dificulta a la navegación por brújula. Esto hubiera sido un inconveniente siglos atrás, pero en la actualidad, con el sistema de posicionamiento global GPS, no pasa de ser un simple entremés del viaje.

domingo, 9 de marzo de 2008

Los mundos en colisión de Immanuel Velikovsky.

Probablemente, si hubiera que hacer el Top Ten de los libros más demenciales del entero siglo XX, "Mundos en colisión" de Immanuel Velikovsky estaría muy cerca de la cima. Velikovsky escribió un texto fascinante en que detalla cómo diversos eventos históricos y bíblicos fueron en realidad el resultado de distintos fenómenos celestiales, incluyendo la cuasi colisión de la Tierra con los planetas Venus y Marte. Para su desgracia, Velikovsky no intentó escribir con este material una novela de Ciencia Ficción, sino que trató de hacerlo pasar como una hipótesis científica. La comunidad científica se tomó esto muy a mal, quizás con demasiada prepotencia, y esto contribuyó a darle a Velikosvky un aura de sabio perseguido, cuando en realidad sus teorías son puro sainete.

Velikovsky nació en Vitebsk, Rusia, en 1895, en el seno de una familia judía. Mientras se mantuvo en el terreno de la Medicina y la Psicología fue ciertamente respetado, pero Velikovsky quería más. En 1939 empezó a prefigurar su destino, al escribir un libro en que argumentaba la tesis de que el histórico faraón Akenatón pudo bien ser el legendario Edipo. En 1950, después de ocho rechazos editoriales, pudo publicar su delirante "Mundos en colisión". Según reza este libro, hacia el siglo XV a.C. el planeta Júpiter eyectó un cometa, que pasó cerca de la Tierra y al alterar su órbita e inclinación axial (los famosos 23,5° del eje terrestre), causó una serie de cataclismos recogidos por la mitología mundial. El fastidioso cometa volvió a pasar 52 años después (siempre según Velikovsky) causando otra serie de catástrofes, antes de instalarse en órbita solar y transformarse en Venus. Pero no para ahí. Porque las idas y venidas de Venus habrían ocasionado que Marte se saliera de curso y pasara también cerca de la Tierra, originando una nueva ronda de cataclismos. El material que "fundamenta" las ideas de Velikovsky salió no de la Astronomía sino de la Mitología Comparada, claro está.

El material de Velikovsky ha sido sumamente atacado por la comunidad científica. Los astrónomos, aparte de hacer hincapié en que Venus no es como Velikosvky lo describe, señalaron que los movimientos planetarios descritos por Velikovsky violan buena parte de las leyes de la Mecánica conocidas. Después entraron en escena los estudiosos de la Mitología, que señalaron una serie de errores en el tratamiento del material (entre ellos, considerar el mito de Atenea surgiendo de la cabeza de Zeus como una prueba de la salida de Venus desde Júpiter, cuando en realidad Atenea equivalía a la romana Minerva, mientras que la romana Venus era en realidad Afrodita). Pero en el mismo 1950, Velikovsky obtuvo gran publicidad debido a la sobrerreacción del astrónomo Harlow Shapley, quien incluso llegó a orquestar una campaña para impedir que el libro fuera publicado; eso no lo impidió, por supuesto, pero dos meses de que Macmillan lo editara, lo transfirió a su filial Doubleday, que en ese tiempo estaba empezando a publicar su primera colección de... Ciencia Ficción (las novelas de Isaac Asimov, entre otras). Las ideas históricas y astronómicas de Velikosvky, aunque fundamentalmente erradas, con el tiempo demostraron ser una inspiración fundamental para las leyendas New Age de tipo "ángeles ayer, extraterrestres hoy".

jueves, 6 de marzo de 2008

Ese joven llamado Kepler...


Todos los jóvenes creen que van a cambiar el mundo. Después, el mundo se las arregla para cambiarlos a ellos. El astrónomo alemán Johannes Kepler (1571-1630) no fue ninguna excepción.

Kepler es recordado ante todo por su fenomenal descubrimiento de las llamadas Tres Leyes de Kepler, que rigen el movimiento de los planetas. En ese tiempo (1619) eran un avance monumental, si bien cuando a finales del mismo siglo (en 1682) Isaac Newton publicó sus trabajos sobre la gravedad, se comprobó que las leyes keplerianas eran casi corolario de las newtonianas. De todos modos, Kepler las dedujo a punta de matemáticas, sin el cálculo infinitesimal que tanto ayudó a Newton, y sin siquiera tener el concepto de "gravedad", y manejar uno muy laxo de "fuerza".

Por eso, puede parecer un poco sorprendente que Kepler, que tanto hizo por la ciencia astronómica en su madurez, en su juventud se dedicara a los desvaríos místicos y filosóficos, por ese entonces más o menos de moda gracias a hombres como Giordano Bruno. A los 26 años publicó su obra de juventud, el "Mysterium Cosmographicum", que es en realidad más especulación mística que verdadera ciencia. Concretamente, se basó nada menos que en las tesis de ¡Pitágoras!, para sacar adelante sus "investigaciones". Preguntándose por el número de los planetas, le pareció una bonita coincidencia que hubieran sólo seis (Mercurio, Venus, la Tierra, Marte, Júpiter y Saturno, puesto que los siguientes no se conocían), y que hubiera sólo cinco cuerpos sólidos perfectos (el tetraedro, el cubo, el octaedro, el dodecaedro y el icosaedro, y Euclides había probado que no existían más). Así es que dijo simplemente que en cada separación había una esfera cristalina que tenía la forma de un cuerpo sólido perfecto.

Si Kepler hubiera quedado en ese punto, de seguro sería considerado no un gran científico, sino un charlatán superlativo. Afortunadamente, después fue contratado como matemático ayudante de Tycho Brahe, lo que le permitió acceder a sus observaciones. Concretamente, descubrió que (lo que después se llamó la Primera Ley de Kepler) los planetas se mueven no en círculos, la "forma perfecta" según los filósofos, sino en elipses con el Sol en uno de sus focos. Contradiciéndose su modelo universal con esta observación, optó valientemente por los hechos y dejó arrumbada a un lado la Filosofía. Gracias a este paso, emergió el Kepler matemático en forma, que por suerte para él y para la posteridad, acabó por arrumbar al Kepler místico en su mundo de ensueños y quimeras.

domingo, 2 de marzo de 2008

Urano y los satélites literarios de Herschel.


El inglés William Herschel es uno de los astrónomos más importantes de todos los tiempos. Se le debe, entre otras cosas, el primer intento por trazar un mapa de la Vía Láctea. Sin embargo, su logro más famoso es, por supuesto, haber descubierto el planeta Urano, en el año 1781. Ya en la Antigüedad, observando el cielo a ojo desnudo, los astrónomos griegos, babilonios, chinos, mayas, etcétera, habían observado que cinco "estrellas" se mueven de manera un poco extraña. Los griegos los llamaron "planetas", que en su idioma significaba "errante". Y la observación del cielo había avanzado muy poco más desde ese entonces, en cuanto a miembros del Sistema Solar.

Por eso, grande fue la sorpresa del señor Herschel cuando en 1781, siguiendo los movimientos de una "estrella" en particular, ésta resultó desplazarse a la manera de un planeta... Ya se conocía la Teoría de la Gravitación hacía casi un siglo, y las Leyes de Kepler eran cosa vieja, por lo que no tardó en identificar a este nuevo astro como un planeta por derecho propio. Lo llamó Urano, por el dios griego de los cielos, y pasó a la historia como el primero en descubrir un nuevo planeta desde la Antigüedad, así como el primero en hacerlo no a simple vista, sino a través de un telescopio.

Pero aunque el descubrimiento de Herschel fue brillante, su trabajo sobre Urano no estuvo exento de errores. Así, en 1787 reportó que Urano tenía... ¡seis! lunas. De las seis, sólo las dos mayores, Titania y Oberón, resultaron reales. En los siguientes 170 años, hasta el advenimiento de la Era Espacial, se descubrieron los llamados "cinco grandes", el último (Miranda, por el astrónomo Gerard Kuiper) en fecha tan tardía como 1948. Pero con la pasada de la sonda Voyager II por Urano en 1986 (199 años después del reclamo de Herschel), y luego con las exploraciones del Telescopio Espacial Hubble, el número se disparó a 27... por el minuto, al menos.

De manera que Urano tenía varios satélites a fin de cuentas, pero sólo dos de los denunciados por Herschel eran reales. ¿Y los otros...? Parece ser que se confundió con alguna estrella delante de la cual en ese momento estaba pasando Urano. De todas maneras, nadie sabe con certeza qué fenómeno óptico pudo haber confundido a Herschel.

Por cierto, la nomenclatura de los satélites de Urano presenta una peculiaridad. Desde la época de Herschel, éste se apartó de la costumbre de usar nombres de dioses griegos para los cuerpos celestes, y en vez de ello usó nombres de personajes de Shakespeare (también inglés, por cierto); y cuando empezaban a escasear las féminas shakesperianas... ¡Alexander Pope al rescate! (otro escritor inglés, éste del siglo XVIII). De hecho, los veintisiete satélites de Urano presentan nombres de personajes shakesperianos o popeanos, un impensado homenaje astronómico para cualquier escritor: Cordelia, Ofelia, Bianca, Crésida, Desdémona, Julieta, Porcia, Rosalinda, Cupido, Belinda, Perdita, Puck, Mab, Miranda, Ariel, Umbriel, Titania, Oberón, Francisco, Calibán, Esteban, Trínculo, Sicorax, Margarita, Próspero, Setebos y Fernando...

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